<<Yahvé, el dios de la justicia, no era ya la misma cosa que Israel, la expresión del orgullo de su pueblo, sino un dios condicionado... Su concepción se convierte en una mera arma en manos de agitadores sacerdotales, que interpretan toda felicidad como recompensa, y toda infelicidad como castigo por desobediencia a dios, como "pecado", esa manera mentirosa de interpretar un presunto "orden moral" con la que se invierte de una vez por todas el concepto natural de "causa y efecto". Una vez que la relación de causalidad natural ha sido barrida del mundo por las doctrinas de la recompensa y el castigo, hay una necesidad de causalidad contraria a la naturaleza, de la que sigue entonces todo el resto de antinaturalidad. Un dios que exige, en vez de un dios que ayuda, que aconseja, que es, en el fondo, la encarnación de toda inspiración feliz de la valentía y la confianza en sí mismo. La moral ya no es un reflejo de las condiciones que hacen la vida sana y logran el crecimiento de un pueblo, su más profundo instinto vital, sino que se vuelve abstracta, se vuelve contraria a la vida; la moral como perversión fundamental de la fantasía, como mal de ojo en todas las cosas. ¿Qué es la moral judeocristiana? El azar despojado de su inocencia, la desgracia manchada con el concepto de "pecado", el bienestar denunciado como peligro, como una "tentación", un desorden fisiológico producido por el gusano de la conciencia...>> (FUENTE: "el Anticristo", Friedrich W. Nietzsche)
La moral de los débiles, de la decadencia, el cristianismo que se va modernizando, ahora miremos a la calle y veremos canis por todas partes, ¡y esto no es más que una forma de ignorancia, indiferencia, nihilismo y falta de voluntad! Un pueblo que va hacia atrás, que ha perdido la fe en sí mismo, que teme el castigo (no de un dios tal vez, pero sí de un gobierno o de un sector determinado de la población), que se achica, que se resiente y que odia todo lo que no sea tan miserable como uno mismo. Tacharon a Nietzsche de nazi pero, a mis ojos, fue el profeta que dictaminó lo que sentenciaría a las naciones de los siglos venideros.
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