28 mayo 2012

Fotolog

Hace solo unos días, en plena confusión etílica sazonada por una gran desilusión deportiva, alguien me dijo que lo echaba de menos. El Fotolog. Y todo lo que este suponía: las reflexiones, las tonterías, la posibilidad de seguir un hilo narrativo de cada hazaña, pequeña o grande, de esta vida insignificante que hago llamar "mi vida" y que no es más que una vida de la cual yo soy.

Lo cierto es que yo también lo echo de menos. Fotolog era el recipiente virtual para los pensamientos que se condensaban día tras día. Daba lo mismo hablar sobre Irlanda durante días, contar lo aburrida que era determinada clase, o partir de una nimiedad y elaborar una reflexión filosófica digna de un erudito. Fotolog me recibía, en él podía volcarme toda entera y dejar escapar mediante una pequeña válvula todo lo que se me venía en gana.

De alguna manera me atraía también su formato. Una foto, un título y un texto, de las cuales solo eran evitable el título y el texto. De forma que la foto se volvía el centro de lo que tenías que contar, y por ende aquello que a veces te hacía desarrollar los pensamientos en una u otra dirección. De alguna forma, Fotolog solo obligaba a un elemento inspiracional, y a partir de ahí, lo que consiguieses desarrollar era cosa tuya. Supongo que ese era el reto de Fotolog, aquello que nos mantenía enganchados a los poquitos que ya formábamos una especie de familia Floggera.

Un día, cambiaron su formato. Es comprensible. Un altísimo porcentaje de sus usuarios son latinoamericanos, y (sin objetivo de pecar de nada), seamos honestos, son un público que necesita una plataforma que les dé importancia a sus fotos, no a lo que escriben o piensan, sencillamente porque son una sociedad con un nivel formacional, educativo, lo que sea, mínimo. De manera que una foto les pesa más que un texto. Y es por ello que Fotolog escuchó la tendencia de su nicho de mercado mayor, y transformó mi válvula de escape en una plataforma que ahora no admite más de 300 caracteres por foto. Eso sí, con un formato muy innovador, muy bonito y muy moderno. Pero insuficiente lo mire por donde lo mire.

Yo también lo echo de menos. No puedo prometer que retomaré la costumbre que tenía de escribir en él y seguir haciéndolo en este blog, pero sí prometo que lo intentaré, y que volverá el contenido desplastificado, desenvuelto y natural que reinaba en aquella pequeña familia Floggera.

13 mayo 2012

"La insoportable levedad del ser", Milan Kundera

Me gusta, de entrada, cómo empieza esta obra: comentando el "eterno retorno" según Nietzsche, es decir, la teoría de que la historia es cíclica, es decir, de que la vida es una constante repetición de escenas que ya conocemos. De ahí parte el autor para expresar que, si esto fuese cierto, esa carga tan pesada que nos supone la vida, el ser, se volvería leve, porque sabríamos que el porvenir no sería sino la repetición de lo que ya conocemos, lo cual ¡le quita todo riesgo y todo miedo a la insoportabilidad de la existencia!, volviéndose la misma, de esta manera, leve, discutiblemente más positiva que cuando la considerábamos insoportable.

Ahora que ya he explicado el porqué de un título tan confuso y que suena tanto a términos filosófico-antropológicos incomprensibles, paso a lo verdaderamente interesante de la historia: los personajes. Una inmigrante, un cirujano, el escenario de la República Checa durante la guerra fría, el sexo, la traición, la existencia. Es una historia sobre distintas vidas que se entrecruzan, sobre sentimientos que tú y yo tenemos también, sobre reflexiones que tú puedes pincelar tal vez pero a las que Kundera les pondrá nombres y apellidos. Una obra maestra en la que todos nos podemos ver reflejados, aunque sea solo parcialmente.

Y es que a fin de cuentas el ser sí que es un poco leve; lo que les pasa a ellos me puede pasar a mí o le puede pasar a tu vecino. Eterno retorno. Tal vez Nietzsche tenía razón, o tal vez no. Pero si te apetece pensar mientras te dejas llevar por una historia arrebatadora, este libro te interesa.

http://www.epubgratis.net/la-insoportable-levedad-del-ser-milan-kundera/

07 mayo 2012

Athletic!

No es que me declare forofa máxima del balompié, ni que cada temporada me dedique a estudiar cada detalle de cada partido, pero es que hace poco, comentando con mi padre lo absurda que me parece la fiebre futbolera extrema, él me miró a los ojos y me contestó con una verdad incuestionable: que, a fin de cuentas, todos tenemos derecho a guardar un poquito de nuestro tiempo y dinero para el pan y circo que elijamos. Que unos lo llamaran fútbol, pero otros lo llamaremos Harry Potter, y otros playa, y otros cine. Y que todo viene siendo lo mismo: dedicar esa parte libre de nuestro tiempo y nuestro sueldo a lo que más nos mueva y apasione.

Una verdad incuestionable, como decía, y es que ese señor que tengo por padre es un hombre sabio, cuanto menos. Así que, y en lugar de quedarme, como hasta ahora hacía, atónita con el dineral que veo a la gente gastándose en plena crisis en camisetas oficiales, bufandas, banderas y demás merchandising, me sorprendo admitiendo que es ahora cuando más necesitamos una alegría, proceda del circo que proceda y nos la dé quien nos la dé.

No es que sea, repito, una forofa máxima, ni que sepa mucho del tema, pero es que hace poco que he entendido el aspecto psicológico del fútbol y por ello he cambiado ese asombro tintado de desprecio por una sanísima alegría empática. Así que espero honestamente que el Athletic se lleve a casa, si no las dos, una copa por lo menos, y que le den a su afición la felicidad que se merece, porque incluso sin saber demasiado sobre el tema puedo afirmar que este público es el más candente que un equipo podría desear.

Aupa lehoiak! Aurten bai, karajo!!!