Hace solo unos días, en plena confusión etílica sazonada por una gran desilusión deportiva, alguien me dijo que lo echaba de menos. El Fotolog. Y todo lo que este suponía: las reflexiones, las tonterías, la posibilidad de seguir un hilo narrativo de cada hazaña, pequeña o grande, de esta vida insignificante que hago llamar "mi vida" y que no es más que una vida de la cual yo soy.
Lo cierto es que yo también lo echo de menos. Fotolog era el recipiente virtual para los pensamientos que se condensaban día tras día. Daba lo mismo hablar sobre Irlanda durante días, contar lo aburrida que era determinada clase, o partir de una nimiedad y elaborar una reflexión filosófica digna de un erudito. Fotolog me recibía, en él podía volcarme toda entera y dejar escapar mediante una pequeña válvula todo lo que se me venía en gana.
De alguna manera me atraía también su formato. Una foto, un título y un texto, de las cuales solo eran evitable el título y el texto. De forma que la foto se volvía el centro de lo que tenías que contar, y por ende aquello que a veces te hacía desarrollar los pensamientos en una u otra dirección. De alguna forma, Fotolog solo obligaba a un elemento inspiracional, y a partir de ahí, lo que consiguieses desarrollar era cosa tuya. Supongo que ese era el reto de Fotolog, aquello que nos mantenía enganchados a los poquitos que ya formábamos una especie de familia Floggera.
Un día, cambiaron su formato. Es comprensible. Un altísimo porcentaje de sus usuarios son latinoamericanos, y (sin objetivo de pecar de nada), seamos honestos, son un público que necesita una plataforma que les dé importancia a sus fotos, no a lo que escriben o piensan, sencillamente porque son una sociedad con un nivel formacional, educativo, lo que sea, mínimo. De manera que una foto les pesa más que un texto. Y es por ello que Fotolog escuchó la tendencia de su nicho de mercado mayor, y transformó mi válvula de escape en una plataforma que ahora no admite más de 300 caracteres por foto. Eso sí, con un formato muy innovador, muy bonito y muy moderno. Pero insuficiente lo mire por donde lo mire.
Yo también lo echo de menos. No puedo prometer que retomaré la costumbre que tenía de escribir en él y seguir haciéndolo en este blog, pero sí prometo que lo intentaré, y que volverá el contenido desplastificado, desenvuelto y natural que reinaba en aquella pequeña familia Floggera.
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