La vida es poesía.
He tenido tiempo más que suficiente estos días para quedarme mirando a un completo desconocido, generalmente escogido por el azar ocioso de no estar mirando a ninguna parte en concreto, y detenerme a analizar sus gestos, su manera de hablar, su mirada, las variaciones en su postura dependiendo de su compañía, por supuesto su manera de vestir, y demás minúsculos detalles, e intentando encontrar después relaciones entre estas variables y la nacionalidad del individuo en cuestión.
Mucha gente muy curiosa hay por el mundo.
Está por una parte mi personaje favorito, el misterioso: se trata del chico que nunca me permitió averiguar su nacionalidad porque siempre iba solo, enfundado en unas gafas de sol oscuras, a la sombra de las sombrillas, hinchándose a beber a través de unos labios torcidos en una sonrisa estúpida y casi drogada, fumando puros de noche y guardando todos esos excesos en una mierdita de complexión flaca y desgarbada. Tal vez fuese francés, se me ocurre pensar. Aunque también podía ser alemán. Dios sabrá.
Estaban, por otro lado, los estereotipos más definibles: italianos modernísimos y casanovas que metían mucho ruido, alemanes ultratatuados y con carteles neónicos de amor a Rammstein y sus nazismos, el espeluznante pseudolatino que resultó ser español y que se ganó el mote de Tacabró (¡exacto!, un know how vital calcado al del autor del temazo del verano, el "tacatá"), la mujer hippie que me habló con muchísima dulzura sobre el vegetarianismo y la vorágine del mundo y su niño de cinco añitos que es como un señor en pequeñito, el atractivísimo camarero polaco con el que establecí una química tan sensual...
Me encanta la gente, me encanta la vida, me encanta haber podido disfrutar de una semana de ocio absoluto para darme cuenta de que la vida, después de todo, sigue adelante y es demasiado hermosa como para dejarla escapar entre lamentos.
31 julio 2012
11 julio 2012
Españistán
Ayer pensaba, de vuelta a casa, en lo bien que vivo cada vez que viajo, sin mirar la televisión, sin la desgana por todo en general, en fin, de viaje, en resumidas cuentas. Hoy abro el Correo por ver si me había perdido algo, y me encuentro con una subida del IVA del 18 al 21% en el tipo general, del 8 al 10% en el tipo reducido, y afortunadamente el superreducido que se mantiene en el 4%. Recortes para sindicatos (cuestionable por las implicaciones sociales que tiene, pero seré honesta, los sindicalistas me han parecido siempre vendedores de demagogias muy baratas y con esta medida sí que estoy más bien de acuerdo), funcionarios (pero los de oposiciones, ¡eh!, no los secretarios o subsecretarios de congresistas y demás chupapollas del panorama político-circense actual), recortes en las prestaciones por desempleo, un mayor escalonamiento entre ayuntamientos y esas malditas diputaciones que de verdad a mí me sobran muchísimo... en fin, me he encontrado con que sí que me había perdido bastante estos días. Y esto tan solo unas semanas después de que anunciaran la subida de la luz.
Me da una bochornosísima vergüenza que todo esto esté pasando en un país que hace siglos descubrió el Nuevo Continente y que, en lugar de hermanarse con él, lo sometió y saqueó para luego derrochar riqueza y opulencia, y para el provecho de las naciones que sí supieron partir el bacalao, Suiza, Alemania, almacenando todo el oro de las Américas e impulsando así la actividad bancaria internacional. Los españolitos habían encontrado a unos indios más débiles que ellos así que los masacraron y se aprovecharon de ellos para que currasen para ellos y poder, así, sentirse señoritos, y así fue que celebraron y celebraron y no administraron la ficticia realidad que ese oro a punto de agotarse había creado, y la gloria terminó por desvanecerse para dejar en evidencia que España es un país tan miserable que hoy, 11 de julio de 2012, está viendo su quinto punto de subida del impuesto más importante a pagar en los últimos dos años. Que la historia es cíclica y, como siempre, en España las cosas no se saben hacer bien. Porque así de derrochadores, ostentosos, avariciosos y (sobre todo) estúpidos somos. Así que disfruten de lo votado. Yo por mi parte me alegro de no haber pedido el paro todavía, porque hasta de ahí me querían recortar.
Bienvenida a casa, y tal. Se me están cayendo encima las paredes, por partida doble.
Me da una bochornosísima vergüenza que todo esto esté pasando en un país que hace siglos descubrió el Nuevo Continente y que, en lugar de hermanarse con él, lo sometió y saqueó para luego derrochar riqueza y opulencia, y para el provecho de las naciones que sí supieron partir el bacalao, Suiza, Alemania, almacenando todo el oro de las Américas e impulsando así la actividad bancaria internacional. Los españolitos habían encontrado a unos indios más débiles que ellos así que los masacraron y se aprovecharon de ellos para que currasen para ellos y poder, así, sentirse señoritos, y así fue que celebraron y celebraron y no administraron la ficticia realidad que ese oro a punto de agotarse había creado, y la gloria terminó por desvanecerse para dejar en evidencia que España es un país tan miserable que hoy, 11 de julio de 2012, está viendo su quinto punto de subida del impuesto más importante a pagar en los últimos dos años. Que la historia es cíclica y, como siempre, en España las cosas no se saben hacer bien. Porque así de derrochadores, ostentosos, avariciosos y (sobre todo) estúpidos somos. Así que disfruten de lo votado. Yo por mi parte me alegro de no haber pedido el paro todavía, porque hasta de ahí me querían recortar.
Bienvenida a casa, y tal. Se me están cayendo encima las paredes, por partida doble.
04 julio 2012
"There's no place like London", Sweeney Todd
Londres es la ciudad en la que todo tiene cabida. Un Nueva York en miniatura, o más bien habría que decir que Nueva York es un Londres a lo grande. La capital indiscutible de lo raro, de lo común, de la fama y del individualismo, de las revistas y de los antros grunge, de los maquillajes extremos, la ciudad del eterno carnaval, del metro con su "mind the gap" y los autobuses de mil pisos que paran a dos centímetros del que va delante, la eterna niebla, la capital de la celulitis, de los takeaway, de las Dr Marten's, de las New Age, de las rastas de colores y mil antros sucios para tatuar.
Londres es un recipiente en el que existe todo lo imaginable. Y lo que no existe pero se puede imaginar, acabará existiendo. Londres es como Nunca Jamás, o como el universo, Londres es, en fin, qué os voy a contar si todos los que estamos leyendo esto posiblemente ya conozcamos esta ciudad. Lo curioso es que si compartiésemos vivencias, veríamos cuán diferentes son unas de otras, y es que hay un Londres para cada individuo, como si la ciudad se adaptase a uno como un perfecto guante, el cual, en mi caso, sería sin duda aterciopelado, negro, cómodo y comprado en Camden. ¿Y el tuyo? ¿Cómo sería tu guante? ¿Cómo es tu Londres?
Dos días.
Londres es un recipiente en el que existe todo lo imaginable. Y lo que no existe pero se puede imaginar, acabará existiendo. Londres es como Nunca Jamás, o como el universo, Londres es, en fin, qué os voy a contar si todos los que estamos leyendo esto posiblemente ya conozcamos esta ciudad. Lo curioso es que si compartiésemos vivencias, veríamos cuán diferentes son unas de otras, y es que hay un Londres para cada individuo, como si la ciudad se adaptase a uno como un perfecto guante, el cual, en mi caso, sería sin duda aterciopelado, negro, cómodo y comprado en Camden. ¿Y el tuyo? ¿Cómo sería tu guante? ¿Cómo es tu Londres?
Dos días.
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