Oh, well.
Que no voy a conseguirlo, me dicen. Que estando rodeada de Erasmus es más fácil ser infiel que fiel, me comentan. Ante lo cual yo me río, le doy otro trago a mi solitaria cerveza y respondo que no necesito a nadie que no sea ese hombre que me espera en casa. Llevo varias noches escuchando chorradas del calibre de "¡oh!, te llevaría a la cama con mucho gusto" o "¡oh!, tu novio es muy afortunado".
Mierda, es que no tenéis ni puta idea. Si le conocieseis, sabríais que no hay más afortunada que yo, de poder quererle, de QUERER quererle y de estar deseando volver a casa para cubrirle de besos y hacerle el amor durante horas, días, años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario