30 abril 2012

"Low lie the fields of Athenry"

Un día más de lluvia en Dublín no tenía por qué tener nada de especial. Todos los días transcurren igual allí, perdidos entre un incesante chubasco de melancolía y el regusto amargo que deja el pensar que todo tiempo pasado fue mejor.

Y, sin embargo, aquella noche fue distinta a todo lo antes concebido. Quiso la suerte que solo hubiese un metro libre de barra, quiso la suerte que yo lo viese antes que nadie, quiso la suerte que mis ojos se encontrasen con un par de ojos negruzcos. Quiso la suerte que un borracho irlandés pensase que estaba con nosotros, quiso la suerte que me sonriese y me dijese que él era catalán.

Quiso la suerte que esa noche tocasen la canción más hermosa que ese país ha escrito, y que paradójicamente se refiere al inmenso dolor del ser amado a quien no se puede tocar. Quiso la suerte que él la corease conmigo, y quiso la suerte que la noche terminase en un abrazo, otra vez paradójicamente, interminable.

Un día más de lluvia en Dublín no tenía por qué tener nada de especial. Todos los días transcurren igual allí. Y es por eso precisamente que estoy enamorada de esa ciudad. Porque conserva su ritmo, conserva su carácter lacónico y lloroso, conserva la amargura ahogada en una Guinness que recuerda a tiempos mejores. Y sin embargo, sales una noche, una noche cualquiera que no tenía por qué tener nada de especial, y hay un festival de folk en el que un grupo te canta la canción más hermosa del mundo prácticamente al oído. Y, entonces, todo cambia, porque our love was on the wind, we had dreams and songs to sing y de repente it's so lonely round the fields of Athenry.


No hay comentarios:

Publicar un comentario