Creo que descubrí esta película en el colegio, en alguna asignatura barata como podía ser la ética o la religión. Nunca me he considerado muy adepta del cine español, menos aún del cine argentino, y en aquellos años tiernos (¿10?, ¿12 añitos?) poco sabía yo de fotografía, del cuidado de los guiones, de iluminación. Y sin embargo esta película se me grabó en la retina. Era... en fin, distinta. Desenfrenada. De locura. Tal vez no la entendí, tal vez no me gustó.
Años después la volví a ver. Y entonces le encontré sentido pleno. No coincidí (ni mucho menos) con todo lo en ella expuesto, pero me quedé con algunos pasajes que, poco a poco, van cobrando más y más fuerza ideológica en mi persona.
Un claro ejemplo es el siguiente monólogo, breve pero intenso, del personaje llamado Dante, que me enseñó que el placer por el placer no tiene sentido, sino que hay que buscar esa magia más allá a la que, hoy sí, pongo el nombre que le corresponde: inteligencia.
"Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia. Me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que las mueve y que merece la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar la mente (...). Yo hago el amor con las mentes, ¡hay que follarse a las mentes!"
Pues no sé si yo también la vi en religión o algo, porque me suena pero no de haberla visto en un ambiente privado.Me suena sobre todo ese monólogo y el personaje. No me extraña que nos llamara la atención lo mismo, incluso hace diez años. Follarse las mentes. Eso digo yo. Follarse cuerpos me resulta redundante.
ResponderEliminarTe quiero.
Que importante! Cuanta razón!
ResponderEliminarCada día más presentes este tipo de cosas.
Poder hablar y hablar e intercambiar opiniones coherentes, respetar turnos, y que la conversación derive, descubrir un mundo de ideas de cosas desconocidas. Que acabe la tarde y digas joder da gusto, y te sientas tan plena y satisfecha como en otras tardes de esas que todo el mundo si que tiene.
Que importante la cabeza, pero que importante también el corazón, un corazón noble, y el silencio.