Y, de repente, se acabó la espera. Se terminaron los tachones en el calendario, ¡adiós a la cuenta atrás!. Solo vuelvo a casa por quince días, pero es una tregua muy merecida y más que necesitada por este corazoncito.
No veo el momento de posar la maleta en la cinta pesapecados, pasar el control de seguridad y sencillamente dejarme llevar, literalmente, por encima de las nubes. Sobrevolar Europa, decirle adiós por unos días a este país, volver a escuchar mi idioma, volver a ver a la misma gente de siempre, abrazar a mi madre, a mi padre, a mi hermano, despertar y que los ojos de Miguel sean lo primero que vea en el día, permitirme unas lágrimas que muestren mi dicha, susurrarle con la voz ronca algo ininteligible que bien significará algo así como que su presencia es lo más hermoso que me ha pasado en la vida.
No veo el momento de hacer vida normal por unos días, relajarme, destensar todos los músculos y sonreír, sonreír porque no hay motivos para estar triste.
Son las 23.14, en cuatro horas y media tengo que estar en pie y ni siquiera me he acostado, pero realmente no me veo capaz de pegar ojo esta noche, estoy hiperactiva, estoy nerviosísima, Dios mío, por fin, por fin, se acabó esperar, gracias Señor porque te pedí fuerza y me has regalado la mejor ocasión para demostrar que soy fuerte.
21 diciembre 2012
19 diciembre 2012
A tres días de volver a casa...
Estoy nerviosa. Nerviosa, sí. Yo. Con las rodillas cual mantequilla. Porque, en tres días, le voy a volver a ver.
Estoy nerviosa porque ese sol, por nombre Miguel, el más brillante de todo mi universo, va a estar allí, en ese aeropuerto de llegada, esperando, esperándome, ¡a mí!, hormiguita donde las haya, pequeñez hecha grande a sus ojos.
Estoy nerviosa porque he soñado cada noche con sus manos asiendo las mías, con sus labios acariciando los míos, con su risa flotando cerca de mi cuello, con sus ojos dejándose caer a los míos... y en solo tres días le voy a volver a tocar las manos, a besar la boca, a hacer reír a carcajadas para retroalimentarme con su risa.
Estoy nerviosa porque voy a reencontrarme con la persona a la que más quiero en este mundo.
Me parece surrealista estar escribiendo esto, pero, Dios, es TAN real, que parece un sueño.
Estoy nerviosa porque ese sol, por nombre Miguel, el más brillante de todo mi universo, va a estar allí, en ese aeropuerto de llegada, esperando, esperándome, ¡a mí!, hormiguita donde las haya, pequeñez hecha grande a sus ojos.
Estoy nerviosa porque he soñado cada noche con sus manos asiendo las mías, con sus labios acariciando los míos, con su risa flotando cerca de mi cuello, con sus ojos dejándose caer a los míos... y en solo tres días le voy a volver a tocar las manos, a besar la boca, a hacer reír a carcajadas para retroalimentarme con su risa.
Estoy nerviosa porque voy a reencontrarme con la persona a la que más quiero en este mundo.
Me parece surrealista estar escribiendo esto, pero, Dios, es TAN real, que parece un sueño.
15 diciembre 2012
Él
Oh, well.
Que no voy a conseguirlo, me dicen. Que estando rodeada de Erasmus es más fácil ser infiel que fiel, me comentan. Ante lo cual yo me río, le doy otro trago a mi solitaria cerveza y respondo que no necesito a nadie que no sea ese hombre que me espera en casa. Llevo varias noches escuchando chorradas del calibre de "¡oh!, te llevaría a la cama con mucho gusto" o "¡oh!, tu novio es muy afortunado".
Mierda, es que no tenéis ni puta idea. Si le conocieseis, sabríais que no hay más afortunada que yo, de poder quererle, de QUERER quererle y de estar deseando volver a casa para cubrirle de besos y hacerle el amor durante horas, días, años.
Que no voy a conseguirlo, me dicen. Que estando rodeada de Erasmus es más fácil ser infiel que fiel, me comentan. Ante lo cual yo me río, le doy otro trago a mi solitaria cerveza y respondo que no necesito a nadie que no sea ese hombre que me espera en casa. Llevo varias noches escuchando chorradas del calibre de "¡oh!, te llevaría a la cama con mucho gusto" o "¡oh!, tu novio es muy afortunado".
Mierda, es que no tenéis ni puta idea. Si le conocieseis, sabríais que no hay más afortunada que yo, de poder quererle, de QUERER quererle y de estar deseando volver a casa para cubrirle de besos y hacerle el amor durante horas, días, años.
13 diciembre 2012
Iberlibro
Acabo de descubrir la Octava Maravilla.
Se llama Iberlibro y es una empresa en línea que se dedica a mediar entre el lector y diferentes librerías del mundo. Con un buscador de lo más avanzado y eficiente, Iberlibro localiza los autores, títulos. ISBN o editores que busquemos, y nos da los datos del ejemplar: año de edición, si está o no usado, librería en la que se encuentra, etc.
Ofrece, además, la posibilidad de comprar dichos libros en línea: Iberlibro gestiona el pedido con la librería, y posteriormente este queda en manos del comercio en cuestión. Es por ello que se paga no solo el libro sino también una comisión por mediación (aunque esto no lo cuentan en su web, claro está, pero una que investiga sobre sus hábitos de consumo), pero yo creo que merece la pena porque (y aquí viene lo interesante de la cuestión) Iberlibro localiza libros actuales y descatalogados por igual.
Como digo, acabo de descubrir esta web, pero he encontrado una rareza de libro que ya llevaba bastante tiempo buscando sin éxito. El trámite del pedido dependerá de la librería, que está en Madrid y que no conozco, pero, desde luego, este intermediario acaba de ganarse otra visitante habitual para su página web. Es más, ya ando buscando el segundo ejemplar que quiero conseguir.
Visita obligada si andas detrás de alguna rareza, de alguna antigualla, de un libro en arameo moderno, o sencillamente de un ejemplar de segunda mano que no te cueste muy caro.
Échale un vistazo a la página web oficial de Iberlibro
Se llama Iberlibro y es una empresa en línea que se dedica a mediar entre el lector y diferentes librerías del mundo. Con un buscador de lo más avanzado y eficiente, Iberlibro localiza los autores, títulos. ISBN o editores que busquemos, y nos da los datos del ejemplar: año de edición, si está o no usado, librería en la que se encuentra, etc.

Como digo, acabo de descubrir esta web, pero he encontrado una rareza de libro que ya llevaba bastante tiempo buscando sin éxito. El trámite del pedido dependerá de la librería, que está en Madrid y que no conozco, pero, desde luego, este intermediario acaba de ganarse otra visitante habitual para su página web. Es más, ya ando buscando el segundo ejemplar que quiero conseguir.
Visita obligada si andas detrás de alguna rareza, de alguna antigualla, de un libro en arameo moderno, o sencillamente de un ejemplar de segunda mano que no te cueste muy caro.
Échale un vistazo a la página web oficial de Iberlibro
12 diciembre 2012
¡Pamplinas!
Estallar, renacer, carcajadas, el aire, el aire en los ojos, una lágrima, la risa, volar, el mar, infinidad, infinito, finalidad, tú, volver, el turrón, las ganas, te quiero.
El Báltico, ortodoxos, judíos, todos, ninguno, nadie, tú, mi norte, mi sur, el este, marchar, ¡me marcho!, maletas, la prisa, te vuelvo a querer.
Tic tac, la espera, la nieve, silencio, sonrío, feliz, diez días.
05 diciembre 2012
Le echo de menos.
Le echo de menos.
Le echo de menos cada noche que me acuesto en la más absoluta soledad, autoacompañada por pensamientos que generalmente procuran hacer más ameno el proceso de caer dormida estando sola y, peor aún, sintiéndose sola. Le echo de menos cada día que amanece oscuro y miro por la ventana y veo todavía más nieve que la mañana anterior y me vuelve a parecer inquietante que no me abrace por la cintura mientras vemos nevar juntos. Le echo de menos cada tarde de café nublado por la presencia y conversación de gente que no me interesa ni me aporta demasiado. Le echo de menos en cada cerveza lituana, en cada glögi navideño, en cada copa de vino caprichoso. Le echo de menos cada vez que enciendo una vela para cenar un poco menos sola. Le echo de menos en cada autobús o trolebús al que me subo. Le echo de menos. Cada día, cada hora, cada minuto.
Le echo de menos y a veces es positivo hacerlo. Es positivo porque me florece la sonrisa más sincera cuando me doy cuenta de la suerte que tengo de poder echarle de menos, de tener en casa a una persona tan especial soñando con verme llegar. Es positivo porque echarle de menos es sinónimo de que este cariño no hace más que crecer. Es positivo porque estamos sobrellevando esta situación con un aplomo inesperado, con una valentía digna de dos personas que se han cambiado la vida mutuamente, con los ánimos por las nubes. Le echo de menos, y es positivo porque pienso en la Navidad a su lado y todo me compensa sin lugar a dudas.
Le echo de menos, aunque a veces no es tan positivo hacerlo. No es tan positivo, porque hay días en los que me despierto con una losa de pena de la que me cuesta mucho despojarme durante el día. Porque cuando el Skype se corta mientras abro un poquito el corazón para él, me llevan los demonios. Porque, mientras que a veces dos semanas parecen un suspiro, hay otras en las que me parecen demasiado eternas como para no morir de la necesidad, de la pena, de la agonía, antes de que pasen.
Le echo de menos. Con todo lo bueno y lo malo que ello supone, y con la incansable fiesta de fuegos artificiales y colores y petardos y vaivenes de noria y consecuentes mareos que me provoca hacerlo. Todo es variable, todo va a ratos, le echo de menos, le echo de menos, le vuelvo a querer, diecisiete días, le echo de menos, esto está chupado, un día más de trabajo, esto se acaba enseguida...
Le echo de menos cada noche que me acuesto en la más absoluta soledad, autoacompañada por pensamientos que generalmente procuran hacer más ameno el proceso de caer dormida estando sola y, peor aún, sintiéndose sola. Le echo de menos cada día que amanece oscuro y miro por la ventana y veo todavía más nieve que la mañana anterior y me vuelve a parecer inquietante que no me abrace por la cintura mientras vemos nevar juntos. Le echo de menos cada tarde de café nublado por la presencia y conversación de gente que no me interesa ni me aporta demasiado. Le echo de menos en cada cerveza lituana, en cada glögi navideño, en cada copa de vino caprichoso. Le echo de menos cada vez que enciendo una vela para cenar un poco menos sola. Le echo de menos en cada autobús o trolebús al que me subo. Le echo de menos. Cada día, cada hora, cada minuto.
Le echo de menos y a veces es positivo hacerlo. Es positivo porque me florece la sonrisa más sincera cuando me doy cuenta de la suerte que tengo de poder echarle de menos, de tener en casa a una persona tan especial soñando con verme llegar. Es positivo porque echarle de menos es sinónimo de que este cariño no hace más que crecer. Es positivo porque estamos sobrellevando esta situación con un aplomo inesperado, con una valentía digna de dos personas que se han cambiado la vida mutuamente, con los ánimos por las nubes. Le echo de menos, y es positivo porque pienso en la Navidad a su lado y todo me compensa sin lugar a dudas.
Le echo de menos, aunque a veces no es tan positivo hacerlo. No es tan positivo, porque hay días en los que me despierto con una losa de pena de la que me cuesta mucho despojarme durante el día. Porque cuando el Skype se corta mientras abro un poquito el corazón para él, me llevan los demonios. Porque, mientras que a veces dos semanas parecen un suspiro, hay otras en las que me parecen demasiado eternas como para no morir de la necesidad, de la pena, de la agonía, antes de que pasen.
Le echo de menos. Con todo lo bueno y lo malo que ello supone, y con la incansable fiesta de fuegos artificiales y colores y petardos y vaivenes de noria y consecuentes mareos que me provoca hacerlo. Todo es variable, todo va a ratos, le echo de menos, le echo de menos, le vuelvo a querer, diecisiete días, le echo de menos, esto está chupado, un día más de trabajo, esto se acaba enseguida...
26 noviembre 2012
Veintiséis de mil colores
Existen en este mundo personas que escriben sus días con colores y que, sin ser apenas conscientes, empañan de una inesperada neblina de color toda existencia que pasa por su lado. Personas a las que la vida, por casualidad, te conecta, y de las que empiezas de repente a recibir torrentes de colores, de texturas, de olores. Personas que te hacen darte cuenta de hasta qué punto la vida es toda una obra de arte que, en sus manos, va a tener una apariencia mucho más hermosa, mucho más emocional.
Existen, asimismo, pinceladas aleatorias que esas personas le sueltan al aire. Pinceladas que, por casualidad, pueden recaer sobre individuos cuya vida consistía hasta el momento en una paleta, más bien sencilla, de colores básicos, como para pintar rutinas plastificadas en un cuadernillo para niños. Pero llegan esas pinceladas... y, de repente, todo es arte, todo es color, todo es vida.
Existen, a manos de estas personas de colores, pequeñísimos detalles que hacen de este mundo, de tu mundo, un lugar mucho mejor: un SMS inesperado, una sonrisa a través de Europa que llena de luz el autobús, villancicos en lituano anunciando el reencuentro, una carta en el buzón.
Hoy ha sido un día de colores. Colores que huelen a Miguel. Colores que decoran mis días y que me hacen, hoy también, ir a la cama con una sonrisa tallada en este corazón, tan colmado de magnificencia y dicha, que hasta se marea a ratos en este caleidoscopio de colores tan brillantes.
Existen, asimismo, pinceladas aleatorias que esas personas le sueltan al aire. Pinceladas que, por casualidad, pueden recaer sobre individuos cuya vida consistía hasta el momento en una paleta, más bien sencilla, de colores básicos, como para pintar rutinas plastificadas en un cuadernillo para niños. Pero llegan esas pinceladas... y, de repente, todo es arte, todo es color, todo es vida.
Existen, a manos de estas personas de colores, pequeñísimos detalles que hacen de este mundo, de tu mundo, un lugar mucho mejor: un SMS inesperado, una sonrisa a través de Europa que llena de luz el autobús, villancicos en lituano anunciando el reencuentro, una carta en el buzón.
Hoy ha sido un día de colores. Colores que huelen a Miguel. Colores que decoran mis días y que me hacen, hoy también, ir a la cama con una sonrisa tallada en este corazón, tan colmado de magnificencia y dicha, que hasta se marea a ratos en este caleidoscopio de colores tan brillantes.
¡El colmo del absurdo, el colmo de la belleza!
Que tú, niño de mis ojos con esa sonrisa que ilumina hasta el más gris de los días, me hayas pedido color para tu cielo grisáceo esta mañana...
Que tú, la más tierna y cálida calefacción para mi alma, necesites escucharme reír para que florezca la paz en el reino de tus pensamientos...
Que tú, hombre valiente y hecho y derecho, me suspires cada noche que me quieres...
¡... es el colmo del absurdo!
¡Qué bonito es querer! ¡Qué bonito es ser querido al mismo tiempo! ¡Qué bonito es hacerte feliz con el absurdo! ¡Qué bonito es que me hagas feliz con lo que, sorprendentemente, a ti te supone también el absurdo!
¡Qué bonito es quererte! ¡Qué bonito es que hoy, día 26, nos queden solo 26 días!, y ¡qué bonito es que me pintes de colores y de calidez y de cariño cada mañana, cada tarde y cada noche! ¡Qué bonito es tenerte a mi lado... por muy absurdo que sea!
Que tú, la más tierna y cálida calefacción para mi alma, necesites escucharme reír para que florezca la paz en el reino de tus pensamientos...
Que tú, hombre valiente y hecho y derecho, me suspires cada noche que me quieres...
¡... es el colmo del absurdo!
¡Qué bonito es querer! ¡Qué bonito es ser querido al mismo tiempo! ¡Qué bonito es hacerte feliz con el absurdo! ¡Qué bonito es que me hagas feliz con lo que, sorprendentemente, a ti te supone también el absurdo!
¡Qué bonito es quererte! ¡Qué bonito es que hoy, día 26, nos queden solo 26 días!, y ¡qué bonito es que me pintes de colores y de calidez y de cariño cada mañana, cada tarde y cada noche! ¡Qué bonito es tenerte a mi lado... por muy absurdo que sea!
24 noviembre 2012
Excursiones rarunas a la lituana
Hoy nos hemos ido de excursión a Trakai, a unos 20km al oeste de Vilnius, para visitar la impresionante fortaleza de la isla de Trakai que, a fuerza de pocas o casi nulas competidoras, es en la actualidad la estampa más turística de Lituania.
Autobús de ida. Estar en la cola para entrar en el autobús y que un tipo (lleno de rastas y con cara de haberse fumado un par de porritos hace no demasiado rato), un par de personas por delante de nosotras, se gire, nos mire a los ojos y diga una incomprensibilidad en lituano que sonaba mucho a "¿no tendréis por casualidad un par de litas que prestarme para pagar el billete?". A lo cual le respondemos que "Ispanija". Entiéndase usted con sus paisanos si se ve capaz, señorito... Total, que el tipo no se dirige a nadie más y nosotras compramos nuestros billetes (3LTL con carnet de estudiante), nos sentamos en el autobús, arrancamos, y el tipo de la cola, a partir de ahora referido como "el rastafari" (adivinen por qué), se levanta de su asiento, se acerca a nosotras y, en un perfecto inglés, nos pregunta si de verdad somos españolas. Aquí es cuando empieza la sucesión de cosas rarunas: primero, y con objeto de, supongo, intentar hacer amigos, nos enseña en la pantalla de su terminal móvil un vídeo de las manifestaciones en Barcelona. Mi compañera conversa sobre el tema sin tener mucha idea de lo que habla, y yo miro por la ventana pensando qué coño cartel de neón tendremos para que todos los locos se crean que queremos escuchar sus andanzas. Acto seguido nos pide que escuchemos una canción en castellano. Insiste, nos ponemos un auricular cada una y, tras dedicarle la sonrisa más fríamente cortés que puedo componer, más de lo mismo: yo me hago la sueca y prefiero que me dejen mirando por la ventanilla cómo pasan las coníferas, mientras que mi compañera comenta la jugada. Tras ello, y tan truculentamente como ha llegado, el rastafari se da media vuelta y se vuelve a su asiento. Sin palabras.
Llegar a Trakai, un paseo entre lagos, divisar la fortaleza, pasear por el interior de la misma, precioso el lago colindante, precioso el ambiente de pueblecito dedicado a vender cuatro souvenirs en mal estado, preciosos los bosques a los que no les queda ni una hoja para guardarse de este frío del averno, preciosos los mil destellos de gris que tienen estas aguas, precioso ese olor lejano que empieza a dejar entrever el comienzo del invierno. Un plato combinado y una buena cerveza lituana, un café y una cata de chocolate, y vuelta a la estación de autobuses.
¡Casualidad!, un autobús a punto de salir hacia Vilnius. Perdón, he dicho autobús, pero quería decir minibus. Y con lo de "mini" me refiero a que, como mucho, en ese vehículo había 12 asientos. Amablemente y en un perfecto lenguaje de signos (tras decirnos la mayor mentira que se escucha en este país, que es la de "English yes!"), nos ha cobrado el señor conductor 3'40LTL por el viaje. Y es curioso, cuanto menos, que haya permitido pasajeros extra (es decir, por encima de la capacidad de los asientos del cochecillo) hasta el punto de estar petado hasta las ventanillas. Vale que solo sea media hora de viaje y que el lamentable estado de las carreteras no permita una velocidad considerable como peligrosa, pero aún así, ese comfort y esa manera de viajar violaba por completo todo lo que mi antigua jefa habría permitido en una compañía directa o indirectamente relacionada con el turismo.
En conclusión, estos lituanos son la monda. Que lo que es la excursión ha estado muy bien, pero los habitantes y las costumbres de este pueblo no dejan de sorprenderme cada día...
Autobús de ida. Estar en la cola para entrar en el autobús y que un tipo (lleno de rastas y con cara de haberse fumado un par de porritos hace no demasiado rato), un par de personas por delante de nosotras, se gire, nos mire a los ojos y diga una incomprensibilidad en lituano que sonaba mucho a "¿no tendréis por casualidad un par de litas que prestarme para pagar el billete?". A lo cual le respondemos que "Ispanija". Entiéndase usted con sus paisanos si se ve capaz, señorito... Total, que el tipo no se dirige a nadie más y nosotras compramos nuestros billetes (3LTL con carnet de estudiante), nos sentamos en el autobús, arrancamos, y el tipo de la cola, a partir de ahora referido como "el rastafari" (adivinen por qué), se levanta de su asiento, se acerca a nosotras y, en un perfecto inglés, nos pregunta si de verdad somos españolas. Aquí es cuando empieza la sucesión de cosas rarunas: primero, y con objeto de, supongo, intentar hacer amigos, nos enseña en la pantalla de su terminal móvil un vídeo de las manifestaciones en Barcelona. Mi compañera conversa sobre el tema sin tener mucha idea de lo que habla, y yo miro por la ventana pensando qué coño cartel de neón tendremos para que todos los locos se crean que queremos escuchar sus andanzas. Acto seguido nos pide que escuchemos una canción en castellano. Insiste, nos ponemos un auricular cada una y, tras dedicarle la sonrisa más fríamente cortés que puedo componer, más de lo mismo: yo me hago la sueca y prefiero que me dejen mirando por la ventanilla cómo pasan las coníferas, mientras que mi compañera comenta la jugada. Tras ello, y tan truculentamente como ha llegado, el rastafari se da media vuelta y se vuelve a su asiento. Sin palabras.
¡Casualidad!, un autobús a punto de salir hacia Vilnius. Perdón, he dicho autobús, pero quería decir minibus. Y con lo de "mini" me refiero a que, como mucho, en ese vehículo había 12 asientos. Amablemente y en un perfecto lenguaje de signos (tras decirnos la mayor mentira que se escucha en este país, que es la de "English yes!"), nos ha cobrado el señor conductor 3'40LTL por el viaje. Y es curioso, cuanto menos, que haya permitido pasajeros extra (es decir, por encima de la capacidad de los asientos del cochecillo) hasta el punto de estar petado hasta las ventanillas. Vale que solo sea media hora de viaje y que el lamentable estado de las carreteras no permita una velocidad considerable como peligrosa, pero aún así, ese comfort y esa manera de viajar violaba por completo todo lo que mi antigua jefa habría permitido en una compañía directa o indirectamente relacionada con el turismo.
En conclusión, estos lituanos son la monda. Que lo que es la excursión ha estado muy bien, pero los habitantes y las costumbres de este pueblo no dejan de sorprenderme cada día...
23 noviembre 2012
29.
Establecer una rutina ayuda (y mucho) a la adaptación a los cambios. Saber qué autobús has de coger para llegar al trabajo, ir reconociendo los nombres de algunas paradas, que el paisaje te suene familiar, en fin, son pequeñeces que te hacen sentir parte un poco más relevante de la realidad colindante.
Y, sin embargo...
Cierro los ojos porque estoy cansada porque hoy hemos dormido con una estrella más en el cielo, y no siento que estoy en el 49 dirección Ateities g. para solventar un día más de trabajo, sino que siento que estoy en el A0651 de Bizkaibus camino a Bilbao porque he quedado con él para tomar unas cañas.
Cierro los ojos mientras apuro el pitillo en un descanso porque hace un frío del infierno, y algo se activa en mi cabeza y me hace casi esperar que cuando los vuelva a abrir él estará frente a mí, apurando su pitillo también, tiritando y cagándose en los termómetros, y apremiándome para que termine rápido de fumar y podamos volver a entrar adentro al calor de las estufas.
Cierro los ojos para oler el café recién hecho por la mañana y me giro con extrañeza porque todavía no me está abrazando por detrás, por la cintura, con ternura y olisqueando también ese olor a casa, a hogar, que tiene el café.
Cierro los ojos en la cama y perfectamente podría estar tumbado a mi lado. A veces incluso le hablo cuando me estoy quedando dormida, y cuando le voy a zarandear para que me responda, vuelvo a la realidad, y la habitación está oscura, y me quedo sola, hablándole a la almohada, que ya ha asumido que estoy loca y cualquier día me hablará, también.
Establecer una rutina me ha ayudado a no volverme majareta, sí. Aún así, él ha formado parte de cada una de las variadas rutinas que he tenido desde que le conozco, con lo que esta rutina, pese a esqueletar mi día a día y no dejarme caer de bruces, se queda aún un poco coja sin él, y no veo el momento en el que me abrace por detrás mientras pongo el café, en el que fume conmigo en la calle cagándose del frío, en el que cojamos juntos estos autobuses del infierno, en el que nos durmamos abrazados frente con frente.
La angustia de echar de menos a alguien es equivalente a tener que subir monte arriba la montaña más testaruda imaginable en un día de lluvia y frío, pero es también el mayor motivo de orgullo y de superación que podría tener a diario.
Y es que quererle, y estar haciendo esto porque le quiero, y porque, de repente, cierro los ojos y casi le escucho a mi lado riéndose de que esté sentada en el suelo en lugar de a su lado en el sofá, no tiene precio. Porque no hay mayor tesoro que sentirle a mi lado incluso cuando está tan lejos. No hay mayor tesoro que esta sensación de fuerza, de que el mundo está a nuestros pies. No hay mayor tesoro que él, conmigo, y yo, con él.
Y, sin embargo...
Cierro los ojos porque estoy cansada porque hoy hemos dormido con una estrella más en el cielo, y no siento que estoy en el 49 dirección Ateities g. para solventar un día más de trabajo, sino que siento que estoy en el A0651 de Bizkaibus camino a Bilbao porque he quedado con él para tomar unas cañas.
Cierro los ojos mientras apuro el pitillo en un descanso porque hace un frío del infierno, y algo se activa en mi cabeza y me hace casi esperar que cuando los vuelva a abrir él estará frente a mí, apurando su pitillo también, tiritando y cagándose en los termómetros, y apremiándome para que termine rápido de fumar y podamos volver a entrar adentro al calor de las estufas.
Cierro los ojos para oler el café recién hecho por la mañana y me giro con extrañeza porque todavía no me está abrazando por detrás, por la cintura, con ternura y olisqueando también ese olor a casa, a hogar, que tiene el café.
Cierro los ojos en la cama y perfectamente podría estar tumbado a mi lado. A veces incluso le hablo cuando me estoy quedando dormida, y cuando le voy a zarandear para que me responda, vuelvo a la realidad, y la habitación está oscura, y me quedo sola, hablándole a la almohada, que ya ha asumido que estoy loca y cualquier día me hablará, también.
Establecer una rutina me ha ayudado a no volverme majareta, sí. Aún así, él ha formado parte de cada una de las variadas rutinas que he tenido desde que le conozco, con lo que esta rutina, pese a esqueletar mi día a día y no dejarme caer de bruces, se queda aún un poco coja sin él, y no veo el momento en el que me abrace por detrás mientras pongo el café, en el que fume conmigo en la calle cagándose del frío, en el que cojamos juntos estos autobuses del infierno, en el que nos durmamos abrazados frente con frente.
La angustia de echar de menos a alguien es equivalente a tener que subir monte arriba la montaña más testaruda imaginable en un día de lluvia y frío, pero es también el mayor motivo de orgullo y de superación que podría tener a diario.
Y es que quererle, y estar haciendo esto porque le quiero, y porque, de repente, cierro los ojos y casi le escucho a mi lado riéndose de que esté sentada en el suelo en lugar de a su lado en el sofá, no tiene precio. Porque no hay mayor tesoro que sentirle a mi lado incluso cuando está tan lejos. No hay mayor tesoro que esta sensación de fuerza, de que el mundo está a nuestros pies. No hay mayor tesoro que él, conmigo, y yo, con él.
22 noviembre 2012
Implacable.
Así soy. Implacable. Insaciable. Siempre en desacuerdo. Siempre queriendo más, aspirando a algo más allá.
Nunca me vale con decirle que le quiero, porque necesito que lo entienda por encima de la simpleza de las palabras, que se han vuelto una herramienta hueca e ineficiente. Nunca me vale con un solo mensaje contándole mis andanzas, porque en un mensaje no puedo transmitirle que llevo todo el día pensando en su sonrisa, que se me han ocurrido mil chorradas que le van a hacer reír a carcajadas, y que cada soplo de viento me sobresalta cuando me susurra su nombre entre los árboles. Nunca me quedo tranquila tras tachar los días en el calendario, porque las cuentas atrás, si son para verle, deberían funcionar de dos en dos, para así no impacientarme, para conservar mi cordura y para que no me cueste tanto levantar por las mañanas. Nunca será suficiente tener por delante toda una vida para que siga creciendo este cariño hasta el punto que merece, para que compartamos mil abrazos cada día, porque para estar con él, para estar con él y hacerle justicia a este sentimiento, quiero, necesito el tiempo de, por lo menos, siete vidas.
Implacable. Siempre quiero un beso más, cinco minutos más enganchada en sus labios, una última mirada atrás en el aeropuerto, un último café antes de marchar, apurando cada segundo a su lado. Que me vuelva a abrazar. Volver a despertarme a su lado. Cerrar los ojos y volver escucharle hablar a la altura de mi pecho, tranquilo, sosegado. Que su voz me amanse, que sus divagaciones me templen. Volver a abrir los ojos y que esté sorbiendo otro poco de vino. Enredarme en su pelo y entrar en su mirada.
30 días y contando, Miguel.
Nunca me vale con decirle que le quiero, porque necesito que lo entienda por encima de la simpleza de las palabras, que se han vuelto una herramienta hueca e ineficiente. Nunca me vale con un solo mensaje contándole mis andanzas, porque en un mensaje no puedo transmitirle que llevo todo el día pensando en su sonrisa, que se me han ocurrido mil chorradas que le van a hacer reír a carcajadas, y que cada soplo de viento me sobresalta cuando me susurra su nombre entre los árboles. Nunca me quedo tranquila tras tachar los días en el calendario, porque las cuentas atrás, si son para verle, deberían funcionar de dos en dos, para así no impacientarme, para conservar mi cordura y para que no me cueste tanto levantar por las mañanas. Nunca será suficiente tener por delante toda una vida para que siga creciendo este cariño hasta el punto que merece, para que compartamos mil abrazos cada día, porque para estar con él, para estar con él y hacerle justicia a este sentimiento, quiero, necesito el tiempo de, por lo menos, siete vidas.
Implacable. Siempre quiero un beso más, cinco minutos más enganchada en sus labios, una última mirada atrás en el aeropuerto, un último café antes de marchar, apurando cada segundo a su lado. Que me vuelva a abrazar. Volver a despertarme a su lado. Cerrar los ojos y volver escucharle hablar a la altura de mi pecho, tranquilo, sosegado. Que su voz me amanse, que sus divagaciones me templen. Volver a abrir los ojos y que esté sorbiendo otro poco de vino. Enredarme en su pelo y entrar en su mirada.
30 días y contando, Miguel.
18 noviembre 2012
Kaunis rakastaa söpö
Un día me miré al espejo y supe que me había enamorado. Me había enamorado de cada minuto de miradas sin decirnos nada, de cada beso con sabor a cerveza, de cada broma floja, de cada sesión de carcajadas de las que hacen doler las tripas, de cada soliloquio basado en sus cosas de coches, de cada director de cine ucraniano de su invención, de cada pregunta digna de ingeniero, en fin, me había enamorado de cada pedacito de esa persona, de cada pedacito de mí cuando estaba con esa persona, y me miré al espejo, y lo supe, y supe que, esos nervios que planeaban sobre mí cada tarde que sabía que en horas vería su sonrisa, solo querían hacerme ver que estaba volviendo a querer.
Y, desde entonces, cada día me reafirmo más en nuestra puede que alocada decisión. Me bastan unos minutos diarios con su voz y su sonrisa en mi pantalla para que el día parezca menos Mordor y sea un poquito más Nunca Jamás. Me basta un mensaje inesperado para que se me llene el pecho con una inmensa sonrisa interna de felicidad, de plenitud, de inmejorabilidad. Nada que me haga tan feliz como pensar que, este año, las Navidades van a llevar su nombre, su apellido, su presencia, su olor, sus ojos, su sonrisa interminable, sus excentricidades y su cariño. Nada que me haga tan feliz como querer (¡y que sea recíproco!) a una persona valiente donde las haya, peculiar, pacífica y benevolente; nada que me haga tan feliz como mirar al futuro y saber que él está ahí, que estará ahí, y que aquel día en el que me miré al espejo y supe que me había enamorado, no estaba sabiendo nada más que el principio de lo que iba a ser volver a nacer.
06 noviembre 2012
Tervetuloo Helsinkiin (a tres días de Vilnius)
Las circunstancias hoy son obviamente distintas a como lo eran a tres días de marchar a estudiar a Finlandia, la situación también, el nivel de madurez, en fin, todo ha cambiado bastante, pero aquí debe de seguir mi esencia, porque me vuelvo a embarcar en una aventura de locos. Culo inquieto donde los haya.
Y, cuando aquello, nadie me cantó un himno de bienvenida, pero lo estoy escuchando por azares de YouTube, dos años después, y me siento bienvenida por cada día que sentí que aquel podía no ser, a fin de cuentas, mi lugar. Quién sabe; tal vez en un par de años escuche una canción que me dé la bienvenida a Vilnius y me reiré de esta entrada y de mí misma... porque en esa ciudad, también, se habrá quedado un pedacito de mí.
Y, cuando aquello, nadie me cantó un himno de bienvenida, pero lo estoy escuchando por azares de YouTube, dos años después, y me siento bienvenida por cada día que sentí que aquel podía no ser, a fin de cuentas, mi lugar. Quién sabe; tal vez en un par de años escuche una canción que me dé la bienvenida a Vilnius y me reiré de esta entrada y de mí misma... porque en esa ciudad, también, se habrá quedado un pedacito de mí.
03 noviembre 2012
Viviendo en una montaña rusa
<<Mira a tu alrededor. Mira la que has liado, joder.
Una maleta de tamaño industrial esperando que la llenes de abrigos, ropa térmica, botas de monte y libros ultradeprimentes y adecuadísimos para ese millón de tardes solitarias que pasarás encerrada en casa por no enfrentarte al aguacero bajo cero que estará tronando afuera. Una lista incompleta que trata de enumerar lo que no puedes dejar de llevarte, léase pañuelos, sus fotos, un cuaderno amable en el que poder llorar palabras, música que se adecue a cada tonalidad de gris que adopte tu ánimo a diario. Tres, cuatro, cinco guías de viaje distintas que no te atreves a seguir subrayando porque cada nombre en ese idioma parece una variación minúscula y macabra del nombre anterior. Seguros médicos por todas partes, copias del pasaporte, billetes de avión que ya no sabes ni a qué día corresponden, e-mails de un agente inmobiliario del que no tienes más remedio que fiarte. Eres el caos.>>
Pepito Grillo lleva unos días haciéndome sentir la persona más absurda de esta tierra; a ratos quisiera hacerme un huevo y esconderme dentro de la maleta y pasar ahí estos seis meses que vienen, y a ratos me excito y me pregunto qué me deparará la vida en Lituania, y a ratos me echo a llorar y me llevo las manos a la cabeza de pensar en lo descabellado que es dejar atrás todo lo que tengo aquí, y a ratos abrazo a Pipo y le pido que me cuide y que sea fuerte, y entonces tengo que levantar la cabeza por mucho que me cueste, volver a mirar alrededor y obligarme a pensar en la que he liado.
Y, entonces, después de la emoción por la aventura, la llorera derivada del miedo al fracaso, el pánico a lo desconocido, la euforia ¡precisamente por lo desconocido que hay por descubrir!, la añoranza que me araña el corazón desde ya antes de marchar, la contención obligada de todo sentimiento porque debo ser tan fuerte como lo he sido siempre, abro la cremallera de la maleta, cojo aire, intento terminar mi lista, desisto al minuto, abro el armario y escojo mi primer jersey de lanas, para los días de frío, para los ColaCaos armonizados por baladas de Scorpions en casa, para abrazarle en la distancia y llenar nuestros abrazos de calor, para que haya alguien protegiéndome en cada cigarro que fumemos en solitario ese jersey y yo.
¡Valiente! No. Tengo mucho miedo. Pero seré valiente. Lo seré. Solo necesito salir de este limbo de pesadilla previa a la partida. Entonces volverá el valor. Entonces volveré a ser digna de ser llamada a la casa Gryffindor.
Una maleta de tamaño industrial esperando que la llenes de abrigos, ropa térmica, botas de monte y libros ultradeprimentes y adecuadísimos para ese millón de tardes solitarias que pasarás encerrada en casa por no enfrentarte al aguacero bajo cero que estará tronando afuera. Una lista incompleta que trata de enumerar lo que no puedes dejar de llevarte, léase pañuelos, sus fotos, un cuaderno amable en el que poder llorar palabras, música que se adecue a cada tonalidad de gris que adopte tu ánimo a diario. Tres, cuatro, cinco guías de viaje distintas que no te atreves a seguir subrayando porque cada nombre en ese idioma parece una variación minúscula y macabra del nombre anterior. Seguros médicos por todas partes, copias del pasaporte, billetes de avión que ya no sabes ni a qué día corresponden, e-mails de un agente inmobiliario del que no tienes más remedio que fiarte. Eres el caos.>>
Pepito Grillo lleva unos días haciéndome sentir la persona más absurda de esta tierra; a ratos quisiera hacerme un huevo y esconderme dentro de la maleta y pasar ahí estos seis meses que vienen, y a ratos me excito y me pregunto qué me deparará la vida en Lituania, y a ratos me echo a llorar y me llevo las manos a la cabeza de pensar en lo descabellado que es dejar atrás todo lo que tengo aquí, y a ratos abrazo a Pipo y le pido que me cuide y que sea fuerte, y entonces tengo que levantar la cabeza por mucho que me cueste, volver a mirar alrededor y obligarme a pensar en la que he liado.
Y, entonces, después de la emoción por la aventura, la llorera derivada del miedo al fracaso, el pánico a lo desconocido, la euforia ¡precisamente por lo desconocido que hay por descubrir!, la añoranza que me araña el corazón desde ya antes de marchar, la contención obligada de todo sentimiento porque debo ser tan fuerte como lo he sido siempre, abro la cremallera de la maleta, cojo aire, intento terminar mi lista, desisto al minuto, abro el armario y escojo mi primer jersey de lanas, para los días de frío, para los ColaCaos armonizados por baladas de Scorpions en casa, para abrazarle en la distancia y llenar nuestros abrazos de calor, para que haya alguien protegiéndome en cada cigarro que fumemos en solitario ese jersey y yo.
¡Valiente! No. Tengo mucho miedo. Pero seré valiente. Lo seré. Solo necesito salir de este limbo de pesadilla previa a la partida. Entonces volverá el valor. Entonces volveré a ser digna de ser llamada a la casa Gryffindor.
02 noviembre 2012
Miguel en los ojos de Adriana
Recuerdo la primera mañana de mi vida en la que sus ojos fueron lo primero que vi en todo el día. Se desperezaba, con una lentitud de esas que transmiten pereza positiva, con gracia, apretando los ojitos y dejando escapar un bostezo tras el cual se dedicó a observarme. Entonces abrí los ojos, pero no los párpados sino los otros ojos, los ojos del alma, y me dejé caer en los suyos, en silencio, sin que hiciera falta nada más que esa mirada eterna que fluyó hasta la sonrisa y el posterior abrazo en armonía con el universo.
A partir de entonces, cada mañana que despierto sin él me deja perpleja unos instantes, aturullada, confusa por un momento, preguntándome dónde estarán esos ojos que van a saltar a los míos o a los que los míos van a saltar. Cada mañana que despierto sin él se traduce a unos mensajes breves y apresurados sobre cuánto más hermosos son los despertares compartidos. Cada mañana que despierto sin él, me evaporo en un suspiro que tacha un día más en la cuenta atrás para la siguiente noche en la que pueda dormirme abrazándole.
Y entonces llega, llega la esperadísima siguiente noche en la que puedo dormirme abrazándole, y llega el momento de dejarme caer en esos labios, y de entregarme por completo a sus abrazos, y llega el momento de rozar el firmamento con la punta de los dedos, y llega el momento en el que no hace falta confesar cuánto le quiero, porque lo sabe, lo sabe al igual que lo sé yo, y hacer el amor es solo un paso más de cercanía mutua, y querer fundirme con su piel es mi única obsesión, y mi coraza estalla, y somos solo él y yo y yo y él, y el mundo ahí afuera puede esperar, porque los despertares así de grandes merecen que el resto del mundo eche el freno y se dedique a suspirar.
Y sus ojos, y sus manos protegiendo las mías, y el latido de su pecho, y sus ojos de nuevo, y yo me siento marchar a otra dimensión, y vuelo, y volamos, muy muy alto, para siempre.
A partir de entonces, cada mañana que despierto sin él me deja perpleja unos instantes, aturullada, confusa por un momento, preguntándome dónde estarán esos ojos que van a saltar a los míos o a los que los míos van a saltar. Cada mañana que despierto sin él se traduce a unos mensajes breves y apresurados sobre cuánto más hermosos son los despertares compartidos. Cada mañana que despierto sin él, me evaporo en un suspiro que tacha un día más en la cuenta atrás para la siguiente noche en la que pueda dormirme abrazándole.
Y entonces llega, llega la esperadísima siguiente noche en la que puedo dormirme abrazándole, y llega el momento de dejarme caer en esos labios, y de entregarme por completo a sus abrazos, y llega el momento de rozar el firmamento con la punta de los dedos, y llega el momento en el que no hace falta confesar cuánto le quiero, porque lo sabe, lo sabe al igual que lo sé yo, y hacer el amor es solo un paso más de cercanía mutua, y querer fundirme con su piel es mi única obsesión, y mi coraza estalla, y somos solo él y yo y yo y él, y el mundo ahí afuera puede esperar, porque los despertares así de grandes merecen que el resto del mundo eche el freno y se dedique a suspirar.
Y sus ojos, y sus manos protegiendo las mías, y el latido de su pecho, y sus ojos de nuevo, y yo me siento marchar a otra dimensión, y vuelo, y volamos, muy muy alto, para siempre.
23 octubre 2012
Ejercicio práctico: el Diario Emocional
Había escuchado en numerosas ocasiones lo psicológicamente productivo que resulta hacer un recuento íntimo, al final del día, de los momentos positivos que han tenido lugar en las veinticuatro horas pasadas. Esa típica "lista de cosas buenas del día de hoy" me ha parecido siempre, a decir verdad, una completa chorrada, y por ello nunca intenté siquiera coger el hábito de escribirla. Tampoco es que lo llegase a necesitar en ningún momento, ya que esta es una actividad encarecidamente recomendada a personas con alteraciones psicológicas que merman la capacidad de ser feliz, y por suerte nunca me he hallado demasiado cerca de ese límite; pero vayamos al grano.
Hace semana y media empecé a dedicar mis mañanas a un seminario de asistencia obligatoria, por motivos más variopintos de lo que pudiera intuirse, y me encontré con una docente (con la que había coincidido hace un par de años entrañablemente, por cierto, durante una asignatura de la carrera) que nos planteó la seria necesidad de hacer este ejercicio. Insistió en lo beneficioso que resulta subrayar, cada noche antes de dormir, los dos o tres momentos más emocionalmente positivos que hayamos vivido durante el día, y de dejar constancia de ellos por escrito, identificando además con cada breve descripción de dicho momento, la emoción positiva que lo acompañaba. Pasó buena parte de aquella primera sesión puntualizando que, si dedicamos cuatro líneas diarias a dos momentos especiales del día resumidos en dos palabras, no solo dormiremos mucho mejor, sino que, a la hora de gestionar nuestras emociones (sobre todo las negativas) en momentos posteriores, nos resultará mucho más fácil autoayudarnos, bien releyendo esos apuntes nocturnos de días pasados, o bien asumiendo las cosas negativas de la vida con una perspectiva muchísimo más optimista, desde la óptica de quien sabe en su fuero interno (y no necesariamente de manera consciente, es decir, que puede que nuestro cerebro empiece a reaccionar así de manera automática) que hay momentos malos en cada día pero que los positivos siguen existiendo, y al final del día siguen teniendo que brillar por encima de los negativos.
Aquel primer día de seminario, me fui a casa con deberes. Tuve que pasarme unos cuarenta minutos aquella noche pensando en mis emociones del día. Y, para ser franca, se me había olvidado la mitad lo que había hecho (por no hablar de lo que había sentido) durante la jornada, solo porque no había tenido (o eso creía yo) nada de particular. Ahí tenemos nuestro más grave problema socialmente inducido: olvidamos lo corriente, porque no destaca. Pero ¡¿cómo que no destaca?! Tras mucho pensar y hacer un recuento muy general del desarrollo cronológico que había tenido el día, recordé que había sentido muchísima ternura al encontrarme con un amigo de la infancia y saber que ahora es profesor de niños de cinco años a los que intenta enseñar inglés. Y, es más, también había sentido confianza, al hablar con mi madre sobre algo tan vano como lo es la política, pero sin tapujos y sin vergüenzas, y lo comprendida que me había sentido por ello. De repente no tenía dos ni tres sino varios momentos emocionalmente positivos, y me costaba decidirme por dos.
Al día siguiente me costó mucho menos tiempo material elaborar mi diario emocional.
Ese bloque del seminario dedicado a las emociones, a la inteligencia emocional y a cómo esta afecta a los equipos de trabajo, terminó ayer. Había probado a no escribir nada el viernes y el sábado (ya que estaba cansada de verdad por la semana y quería dormir y sencillamente no pensar), y el domingo me desperté inusitadamente triste. Así que esa misma mañana del domingo me decidí a recomponer la costumbre que había adquirido durante la semana, y esa tarde me ocurrió que acumulé momentos emocionalmente positivos como para nutrir mil páginas de diario emocional (que fue pura casualidad, pero ayuda a pensar que he retomado una costumbre muy adecuada). Me he propuesto seguir haciendo esto, porque, pese a que nunca lo he necesitado como terapia, estoy descubriendo que una empieza a ser mejor persona cuando se fija en los motivos que le brinda el día para serlo. Y es que sentimos cosas mucho más intensas de lo que creemos; solo consiste en pararse a observarnos. Porque no podemos (o no debiéramos poder) caminar por esta vida con los ojos entrecerrados; hay demasiado por ver, sentir, reír, ahí afuera.
El quid de la cuestión está en que somos dueños de nuestras emociones y, tras identificarlas (que es lo que este sencillísimo ejercicio va puliendo poco a poco), "solo" (ya que esta es la parte que más tiempo lleva) tenemos que aprender a gestionarlas, y a asumir que, cuando lleguen las emociones negativas como la ira, o la pena, o la rabia (¡que llegarán!, vaya que sí lo harán...), deberemos rebajarlas (¡que no reprimirlas!, sino reducir su intensidad haciendo un esfuerzo cada vez menos consciente para ello) mediante esa óptica optimista que nos habrá ido forjando esto del diario emocional, sin que nos demos ni cuenta.
Sé que no suena bien y repito que yo misma le he restado importancia a este tipo de ejercicios hasta ahora, pero, si hay alguien leyendo que sienta que puede venirle bien una lección sobre cómo ser un poquito más feliz, mi recomendación es que empiece desde sí mismo, desde una cuidadosa introspección de las emociones positivas diarias, y que de ahí en adelante se vista de los colores del optimismo.
¡Feliz día, buenas noches!
Hace semana y media empecé a dedicar mis mañanas a un seminario de asistencia obligatoria, por motivos más variopintos de lo que pudiera intuirse, y me encontré con una docente (con la que había coincidido hace un par de años entrañablemente, por cierto, durante una asignatura de la carrera) que nos planteó la seria necesidad de hacer este ejercicio. Insistió en lo beneficioso que resulta subrayar, cada noche antes de dormir, los dos o tres momentos más emocionalmente positivos que hayamos vivido durante el día, y de dejar constancia de ellos por escrito, identificando además con cada breve descripción de dicho momento, la emoción positiva que lo acompañaba. Pasó buena parte de aquella primera sesión puntualizando que, si dedicamos cuatro líneas diarias a dos momentos especiales del día resumidos en dos palabras, no solo dormiremos mucho mejor, sino que, a la hora de gestionar nuestras emociones (sobre todo las negativas) en momentos posteriores, nos resultará mucho más fácil autoayudarnos, bien releyendo esos apuntes nocturnos de días pasados, o bien asumiendo las cosas negativas de la vida con una perspectiva muchísimo más optimista, desde la óptica de quien sabe en su fuero interno (y no necesariamente de manera consciente, es decir, que puede que nuestro cerebro empiece a reaccionar así de manera automática) que hay momentos malos en cada día pero que los positivos siguen existiendo, y al final del día siguen teniendo que brillar por encima de los negativos.
Aquel primer día de seminario, me fui a casa con deberes. Tuve que pasarme unos cuarenta minutos aquella noche pensando en mis emociones del día. Y, para ser franca, se me había olvidado la mitad lo que había hecho (por no hablar de lo que había sentido) durante la jornada, solo porque no había tenido (o eso creía yo) nada de particular. Ahí tenemos nuestro más grave problema socialmente inducido: olvidamos lo corriente, porque no destaca. Pero ¡¿cómo que no destaca?! Tras mucho pensar y hacer un recuento muy general del desarrollo cronológico que había tenido el día, recordé que había sentido muchísima ternura al encontrarme con un amigo de la infancia y saber que ahora es profesor de niños de cinco años a los que intenta enseñar inglés. Y, es más, también había sentido confianza, al hablar con mi madre sobre algo tan vano como lo es la política, pero sin tapujos y sin vergüenzas, y lo comprendida que me había sentido por ello. De repente no tenía dos ni tres sino varios momentos emocionalmente positivos, y me costaba decidirme por dos.
Al día siguiente me costó mucho menos tiempo material elaborar mi diario emocional.
Ese bloque del seminario dedicado a las emociones, a la inteligencia emocional y a cómo esta afecta a los equipos de trabajo, terminó ayer. Había probado a no escribir nada el viernes y el sábado (ya que estaba cansada de verdad por la semana y quería dormir y sencillamente no pensar), y el domingo me desperté inusitadamente triste. Así que esa misma mañana del domingo me decidí a recomponer la costumbre que había adquirido durante la semana, y esa tarde me ocurrió que acumulé momentos emocionalmente positivos como para nutrir mil páginas de diario emocional (que fue pura casualidad, pero ayuda a pensar que he retomado una costumbre muy adecuada). Me he propuesto seguir haciendo esto, porque, pese a que nunca lo he necesitado como terapia, estoy descubriendo que una empieza a ser mejor persona cuando se fija en los motivos que le brinda el día para serlo. Y es que sentimos cosas mucho más intensas de lo que creemos; solo consiste en pararse a observarnos. Porque no podemos (o no debiéramos poder) caminar por esta vida con los ojos entrecerrados; hay demasiado por ver, sentir, reír, ahí afuera.
El quid de la cuestión está en que somos dueños de nuestras emociones y, tras identificarlas (que es lo que este sencillísimo ejercicio va puliendo poco a poco), "solo" (ya que esta es la parte que más tiempo lleva) tenemos que aprender a gestionarlas, y a asumir que, cuando lleguen las emociones negativas como la ira, o la pena, o la rabia (¡que llegarán!, vaya que sí lo harán...), deberemos rebajarlas (¡que no reprimirlas!, sino reducir su intensidad haciendo un esfuerzo cada vez menos consciente para ello) mediante esa óptica optimista que nos habrá ido forjando esto del diario emocional, sin que nos demos ni cuenta.
Sé que no suena bien y repito que yo misma le he restado importancia a este tipo de ejercicios hasta ahora, pero, si hay alguien leyendo que sienta que puede venirle bien una lección sobre cómo ser un poquito más feliz, mi recomendación es que empiece desde sí mismo, desde una cuidadosa introspección de las emociones positivas diarias, y que de ahí en adelante se vista de los colores del optimismo.
¡Feliz día, buenas noches!
22 septiembre 2012
Valiente
Historias circulares, que se escriben hilando momentos de casualidad no buscada, que empiezan donde y como terminarán pero no es sabido hasta que se acaban. Historias que te dejan una huella, porque tienen razón de ser y de no ser, y siempre habrá algo en ellas que te enganche y que te haga no olvidarlas.
Esta es una de ellas, y hoy, primer día de mi primer fin de semana libre en ages, me la pongo bien bajita para disfrutar de los susurros de las casualidades que no me pertenecen, y esperar que todo este caos que me rodea se quede atado un día por lo que falta, por lo más importante, y así, sola o no, pueda cerrarlo todo, cerrar el círculo de mi vida, ponerle un punto final a esta historia y que sea redonda de los pies a la cabeza.
Los amantes del círculo Polar. Disfruten.
16 septiembre 2012
Disonancias
El sexo por el sexo no lleva a nada. El sexo sin cariño carece de contenido humano. El sexo, si no está lleno de miradas y abrazos y latidos de corazón que se sincronizan, no es más que otra actividad física que implica placer, por muy satisfactorio que resulte.
Es muy contradictorio, ¿no? Pasarse toda la vida buscando un estilo de ídem y encontrarse de repente con algo totalmente distinto a ello. Querer amor y encontrar placer carnal. Disonancia cognitiva, lo llaman en términos de psicología. De cuando la cognición, la sapiencia de la situación, dicta una cosa, y los actos conscientes de la persona responden a un dictado totalmente distinto. De cuando sabes que fumar es malo pero aún así fumas. De cuando sabes que el sexo es vano y absurdo, pero mantienes una relación basada en el sexo.
Dicen que la disonancia cognitiva solo se puede reducir (aplacando así la locura interior que conlleva) cambiando los actos. Fumar menos, reducir los encuentros sexuales. Tal vez. Hay quien la reduce también a base de "interceptar" la cognición, bien tomándose a la ligera el cáncer que puede provocar un cigarro o restándole importancia a la previsión de vida que tenías antes de encontrar la conformidad en el sexo.
A decir verdad, ahora entiendo mejor que nunca este término de disonancia cognitiva. Y, tonterías aparte, sobrellevar esta tensión interna entre la conciencia y los actos conscientes son palabras mayores.
Es muy contradictorio, ¿no? Pasarse toda la vida buscando un estilo de ídem y encontrarse de repente con algo totalmente distinto a ello. Querer amor y encontrar placer carnal. Disonancia cognitiva, lo llaman en términos de psicología. De cuando la cognición, la sapiencia de la situación, dicta una cosa, y los actos conscientes de la persona responden a un dictado totalmente distinto. De cuando sabes que fumar es malo pero aún así fumas. De cuando sabes que el sexo es vano y absurdo, pero mantienes una relación basada en el sexo.
Dicen que la disonancia cognitiva solo se puede reducir (aplacando así la locura interior que conlleva) cambiando los actos. Fumar menos, reducir los encuentros sexuales. Tal vez. Hay quien la reduce también a base de "interceptar" la cognición, bien tomándose a la ligera el cáncer que puede provocar un cigarro o restándole importancia a la previsión de vida que tenías antes de encontrar la conformidad en el sexo.
A decir verdad, ahora entiendo mejor que nunca este término de disonancia cognitiva. Y, tonterías aparte, sobrellevar esta tensión interna entre la conciencia y los actos conscientes son palabras mayores.
13 septiembre 2012
Finally, I'm understanding me
Me están viniendo a la memoria aquellas tardes en Formigal. Tardes de encerrarme contra unos libros, de llorar de la desesperación y de la impotencia, de tener que dejar el temario bien atado porque enseguida empezaría otro trabajo y previamente este debía quedar finiquitado. Me están viniendo a la memoria todas aquellas ideas casi suicidas que eran mi pan de cada día.
Y me está viniendo asimismo a la memoria aquella misma melodía...
... que hoy vuelvo a necesitar escuchar. De la desesperación, de la impotencia, de la necesidad de cambiar de aires, y de recordarme que algún día vendrán tiempos mejores.
Y me está viniendo asimismo a la memoria aquella misma melodía...
... que hoy vuelvo a necesitar escuchar. De la desesperación, de la impotencia, de la necesidad de cambiar de aires, y de recordarme que algún día vendrán tiempos mejores.
25 agosto 2012
Cohkka
Vuelve el ruido a casa. Se terminó la paz. Se terminó la vida dentro de mí misma. Se terminaron los gestos huraños a la nada despreocupada de que la puerta pudiese ofenderse por ellos. Se terminaron los silencios necesarios para conmigo misma, porque ahora hay que volver a pensar por cuatro. Mierda en bote.
Por fortuna, mañana me toca alterar esta rutina que, desde ya, me está aprisionando: me escapo unos días, de camino a un reencuentro con gente que me importa mucho y que en su día suponían también ese ruido agradable de fondo en mi día a día. Es decir, gente que en su día fueron mi familia, por así decirlo. Tengo ganas de verlos, vaya que sí. Y lo necesito, para recordarme que incluso detrás de las nubes sigue brillando el sol.
Y, sobre todo, tengo ganas de que esta sensación de total claridad mental me dure mucho tiempo, porque me estoy dando cuenta de la firmeza con la que estoy afrontando la vida de repente. Será que he madurado, será el bienestar mental y el equilibrio espiritual. Será lo que Dios quiera que sea, pero por favor, que dure mucho, porque de la nada están surgiendo muchas ideas y decisiones que no podían haber resultado ser más acertadas de lo que son.
Por fortuna, mañana me toca alterar esta rutina que, desde ya, me está aprisionando: me escapo unos días, de camino a un reencuentro con gente que me importa mucho y que en su día suponían también ese ruido agradable de fondo en mi día a día. Es decir, gente que en su día fueron mi familia, por así decirlo. Tengo ganas de verlos, vaya que sí. Y lo necesito, para recordarme que incluso detrás de las nubes sigue brillando el sol.
Y, sobre todo, tengo ganas de que esta sensación de total claridad mental me dure mucho tiempo, porque me estoy dando cuenta de la firmeza con la que estoy afrontando la vida de repente. Será que he madurado, será el bienestar mental y el equilibrio espiritual. Será lo que Dios quiera que sea, pero por favor, que dure mucho, porque de la nada están surgiendo muchas ideas y decisiones que no podían haber resultado ser más acertadas de lo que son.
31 julio 2012
C'est la vie, et comment elle est belle!
La vida es poesía.
He tenido tiempo más que suficiente estos días para quedarme mirando a un completo desconocido, generalmente escogido por el azar ocioso de no estar mirando a ninguna parte en concreto, y detenerme a analizar sus gestos, su manera de hablar, su mirada, las variaciones en su postura dependiendo de su compañía, por supuesto su manera de vestir, y demás minúsculos detalles, e intentando encontrar después relaciones entre estas variables y la nacionalidad del individuo en cuestión.
Mucha gente muy curiosa hay por el mundo.
Está por una parte mi personaje favorito, el misterioso: se trata del chico que nunca me permitió averiguar su nacionalidad porque siempre iba solo, enfundado en unas gafas de sol oscuras, a la sombra de las sombrillas, hinchándose a beber a través de unos labios torcidos en una sonrisa estúpida y casi drogada, fumando puros de noche y guardando todos esos excesos en una mierdita de complexión flaca y desgarbada. Tal vez fuese francés, se me ocurre pensar. Aunque también podía ser alemán. Dios sabrá.
Estaban, por otro lado, los estereotipos más definibles: italianos modernísimos y casanovas que metían mucho ruido, alemanes ultratatuados y con carteles neónicos de amor a Rammstein y sus nazismos, el espeluznante pseudolatino que resultó ser español y que se ganó el mote de Tacabró (¡exacto!, un know how vital calcado al del autor del temazo del verano, el "tacatá"), la mujer hippie que me habló con muchísima dulzura sobre el vegetarianismo y la vorágine del mundo y su niño de cinco añitos que es como un señor en pequeñito, el atractivísimo camarero polaco con el que establecí una química tan sensual...
Me encanta la gente, me encanta la vida, me encanta haber podido disfrutar de una semana de ocio absoluto para darme cuenta de que la vida, después de todo, sigue adelante y es demasiado hermosa como para dejarla escapar entre lamentos.
He tenido tiempo más que suficiente estos días para quedarme mirando a un completo desconocido, generalmente escogido por el azar ocioso de no estar mirando a ninguna parte en concreto, y detenerme a analizar sus gestos, su manera de hablar, su mirada, las variaciones en su postura dependiendo de su compañía, por supuesto su manera de vestir, y demás minúsculos detalles, e intentando encontrar después relaciones entre estas variables y la nacionalidad del individuo en cuestión.
Mucha gente muy curiosa hay por el mundo.
Está por una parte mi personaje favorito, el misterioso: se trata del chico que nunca me permitió averiguar su nacionalidad porque siempre iba solo, enfundado en unas gafas de sol oscuras, a la sombra de las sombrillas, hinchándose a beber a través de unos labios torcidos en una sonrisa estúpida y casi drogada, fumando puros de noche y guardando todos esos excesos en una mierdita de complexión flaca y desgarbada. Tal vez fuese francés, se me ocurre pensar. Aunque también podía ser alemán. Dios sabrá.
Estaban, por otro lado, los estereotipos más definibles: italianos modernísimos y casanovas que metían mucho ruido, alemanes ultratatuados y con carteles neónicos de amor a Rammstein y sus nazismos, el espeluznante pseudolatino que resultó ser español y que se ganó el mote de Tacabró (¡exacto!, un know how vital calcado al del autor del temazo del verano, el "tacatá"), la mujer hippie que me habló con muchísima dulzura sobre el vegetarianismo y la vorágine del mundo y su niño de cinco añitos que es como un señor en pequeñito, el atractivísimo camarero polaco con el que establecí una química tan sensual...
Me encanta la gente, me encanta la vida, me encanta haber podido disfrutar de una semana de ocio absoluto para darme cuenta de que la vida, después de todo, sigue adelante y es demasiado hermosa como para dejarla escapar entre lamentos.
11 julio 2012
Españistán
Ayer pensaba, de vuelta a casa, en lo bien que vivo cada vez que viajo, sin mirar la televisión, sin la desgana por todo en general, en fin, de viaje, en resumidas cuentas. Hoy abro el Correo por ver si me había perdido algo, y me encuentro con una subida del IVA del 18 al 21% en el tipo general, del 8 al 10% en el tipo reducido, y afortunadamente el superreducido que se mantiene en el 4%. Recortes para sindicatos (cuestionable por las implicaciones sociales que tiene, pero seré honesta, los sindicalistas me han parecido siempre vendedores de demagogias muy baratas y con esta medida sí que estoy más bien de acuerdo), funcionarios (pero los de oposiciones, ¡eh!, no los secretarios o subsecretarios de congresistas y demás chupapollas del panorama político-circense actual), recortes en las prestaciones por desempleo, un mayor escalonamiento entre ayuntamientos y esas malditas diputaciones que de verdad a mí me sobran muchísimo... en fin, me he encontrado con que sí que me había perdido bastante estos días. Y esto tan solo unas semanas después de que anunciaran la subida de la luz.
Me da una bochornosísima vergüenza que todo esto esté pasando en un país que hace siglos descubrió el Nuevo Continente y que, en lugar de hermanarse con él, lo sometió y saqueó para luego derrochar riqueza y opulencia, y para el provecho de las naciones que sí supieron partir el bacalao, Suiza, Alemania, almacenando todo el oro de las Américas e impulsando así la actividad bancaria internacional. Los españolitos habían encontrado a unos indios más débiles que ellos así que los masacraron y se aprovecharon de ellos para que currasen para ellos y poder, así, sentirse señoritos, y así fue que celebraron y celebraron y no administraron la ficticia realidad que ese oro a punto de agotarse había creado, y la gloria terminó por desvanecerse para dejar en evidencia que España es un país tan miserable que hoy, 11 de julio de 2012, está viendo su quinto punto de subida del impuesto más importante a pagar en los últimos dos años. Que la historia es cíclica y, como siempre, en España las cosas no se saben hacer bien. Porque así de derrochadores, ostentosos, avariciosos y (sobre todo) estúpidos somos. Así que disfruten de lo votado. Yo por mi parte me alegro de no haber pedido el paro todavía, porque hasta de ahí me querían recortar.
Bienvenida a casa, y tal. Se me están cayendo encima las paredes, por partida doble.
Me da una bochornosísima vergüenza que todo esto esté pasando en un país que hace siglos descubrió el Nuevo Continente y que, en lugar de hermanarse con él, lo sometió y saqueó para luego derrochar riqueza y opulencia, y para el provecho de las naciones que sí supieron partir el bacalao, Suiza, Alemania, almacenando todo el oro de las Américas e impulsando así la actividad bancaria internacional. Los españolitos habían encontrado a unos indios más débiles que ellos así que los masacraron y se aprovecharon de ellos para que currasen para ellos y poder, así, sentirse señoritos, y así fue que celebraron y celebraron y no administraron la ficticia realidad que ese oro a punto de agotarse había creado, y la gloria terminó por desvanecerse para dejar en evidencia que España es un país tan miserable que hoy, 11 de julio de 2012, está viendo su quinto punto de subida del impuesto más importante a pagar en los últimos dos años. Que la historia es cíclica y, como siempre, en España las cosas no se saben hacer bien. Porque así de derrochadores, ostentosos, avariciosos y (sobre todo) estúpidos somos. Así que disfruten de lo votado. Yo por mi parte me alegro de no haber pedido el paro todavía, porque hasta de ahí me querían recortar.
Bienvenida a casa, y tal. Se me están cayendo encima las paredes, por partida doble.
04 julio 2012
"There's no place like London", Sweeney Todd
Londres es la ciudad en la que todo tiene cabida. Un Nueva York en miniatura, o más bien habría que decir que Nueva York es un Londres a lo grande. La capital indiscutible de lo raro, de lo común, de la fama y del individualismo, de las revistas y de los antros grunge, de los maquillajes extremos, la ciudad del eterno carnaval, del metro con su "mind the gap" y los autobuses de mil pisos que paran a dos centímetros del que va delante, la eterna niebla, la capital de la celulitis, de los takeaway, de las Dr Marten's, de las New Age, de las rastas de colores y mil antros sucios para tatuar.
Londres es un recipiente en el que existe todo lo imaginable. Y lo que no existe pero se puede imaginar, acabará existiendo. Londres es como Nunca Jamás, o como el universo, Londres es, en fin, qué os voy a contar si todos los que estamos leyendo esto posiblemente ya conozcamos esta ciudad. Lo curioso es que si compartiésemos vivencias, veríamos cuán diferentes son unas de otras, y es que hay un Londres para cada individuo, como si la ciudad se adaptase a uno como un perfecto guante, el cual, en mi caso, sería sin duda aterciopelado, negro, cómodo y comprado en Camden. ¿Y el tuyo? ¿Cómo sería tu guante? ¿Cómo es tu Londres?
Dos días.
Londres es un recipiente en el que existe todo lo imaginable. Y lo que no existe pero se puede imaginar, acabará existiendo. Londres es como Nunca Jamás, o como el universo, Londres es, en fin, qué os voy a contar si todos los que estamos leyendo esto posiblemente ya conozcamos esta ciudad. Lo curioso es que si compartiésemos vivencias, veríamos cuán diferentes son unas de otras, y es que hay un Londres para cada individuo, como si la ciudad se adaptase a uno como un perfecto guante, el cual, en mi caso, sería sin duda aterciopelado, negro, cómodo y comprado en Camden. ¿Y el tuyo? ¿Cómo sería tu guante? ¿Cómo es tu Londres?
Dos días.
28 junio 2012
Sometimes, I got a good feeling!
Hoy he tenido una de esas venadas curiosas que transmiten sensación de buen rollo injustificado. De alguna manera, por alguna razón, me he olido que good times are ahead, me he olido a Galway (¿qué coño?, no sé, no entiendo) y que, aunque no esté disponible tres meses de tirón por si hipotéticamente y por alguna razón me pudieran amarrar en la empresa (palabras deducibles de una conversación con mi ex jefa) (¡así está el percal!, ¡pensar siquiera en no hacer planes veraniegos tras seis meses sin sosiego para por si acaso hipotéticamente se pudiese alargar el contrato!, ¿se nos va la olla?), esto está sucediendo por algo, y ese algo pudiera ser esa beca que acabo de solicitar.
He tenido un soplo de optimismo venido de la nada y, de verdad, I got a good feeling. Que venga lo que tenga que venir, pero hoy es mi primer día de no-paro y estoy de un humor excelente, todavía depurando los zuritos de anoche y con ganas de comer en familia y hacer algo de ejercicio y luego salir a tomar un café.
Tengo toda la vida por delante para agobiarme, tengo planes porque tengo tiempo y gente que me importa, tengo un nuevo contrato para cubrir este fin de semana y tengo ¡al fin! una talla 38 de pantalones. Hay mucha incertidumbre en el panorama, sí, pero también hay sol en el cielo y una Adriana con ganas de comerse el mundo, que no es algo que se vea todos los días.
Let the sun shine up high in the sky! ¡Feliz jueves!
He tenido un soplo de optimismo venido de la nada y, de verdad, I got a good feeling. Que venga lo que tenga que venir, pero hoy es mi primer día de no-paro y estoy de un humor excelente, todavía depurando los zuritos de anoche y con ganas de comer en familia y hacer algo de ejercicio y luego salir a tomar un café.
Tengo toda la vida por delante para agobiarme, tengo planes porque tengo tiempo y gente que me importa, tengo un nuevo contrato para cubrir este fin de semana y tengo ¡al fin! una talla 38 de pantalones. Hay mucha incertidumbre en el panorama, sí, pero también hay sol en el cielo y una Adriana con ganas de comerse el mundo, que no es algo que se vea todos los días.
Let the sun shine up high in the sky! ¡Feliz jueves!
23 junio 2012
A veces.
A veces me pregunto si no seré yo la que, en palabras de Fito, está cabeza abajo. Si no será que la edad me está pasando ya factura, si no me estaré volviendo un poco cascarrabias con los días, si no me estaré empezando a asfixiar en esta cáscara de nuez en la que por encierro voluntario y Shakespeariano me exilié y que se ha quedado sin espacio infinito del que hacerme dueña. A veces me pregunto si no seré yo, y no el mundo, la que está haciendo las cosas mal, independientemente de la definición real de lo que está bien y lo que está mal.
Los días me pasan despacio pero con excesiva velocidad, no hay sobresaltos y me estoy adormilando en la monotonía de la sucesión de los días. A veces siento que lo prefiero así, todo tranquilo, sin sustos, y otras me acuerdo con nostalgia de aquellas conversaciones con regusto a porro que nunca sabía cómo terminarían, que sabía que igualmente podían explotarme en las manos y dejarme desmembrada como estallar en el cielo y pintarlo de fuegos de colores. A veces creo que sé lo que quiero, otras no sé ni por dónde empezar a buscarme. A veces es blanco, otras negro, otras me reprendo por no respetar el gris, a veces me aborrezco porque mi postura cambia con el viento.
A veces se lo achaco a los años, otras a los tiempos que corren, al igual que a veces se lo achaco a la herencia genética y otras a la pésima influencia sociocultural que padezco. A veces sencillamente me quedo sin nada a que achacárselo y no tengo otro remedio más que constatar que, en efecto, tiene pinta de que yo soy tanta solución como problema, y más problema que solución.
Que estoy encerrada en esta cabecita, que no sé de qué pie cojeo, que evito a la gente y al tiempo no podría vivir sin escuchar el murmullo de la ciudad, que hay una garimba esperando en la nevera y al tiempo me reprocho que me va a costar la media hora que he estado corriendo, que tan pronto me importa como me da igual, que lo mismo cuerda que loca que ni si ni no ni todo lo contrario.
Los días me pasan despacio pero con excesiva velocidad, no hay sobresaltos y me estoy adormilando en la monotonía de la sucesión de los días. A veces siento que lo prefiero así, todo tranquilo, sin sustos, y otras me acuerdo con nostalgia de aquellas conversaciones con regusto a porro que nunca sabía cómo terminarían, que sabía que igualmente podían explotarme en las manos y dejarme desmembrada como estallar en el cielo y pintarlo de fuegos de colores. A veces creo que sé lo que quiero, otras no sé ni por dónde empezar a buscarme. A veces es blanco, otras negro, otras me reprendo por no respetar el gris, a veces me aborrezco porque mi postura cambia con el viento.
A veces se lo achaco a los años, otras a los tiempos que corren, al igual que a veces se lo achaco a la herencia genética y otras a la pésima influencia sociocultural que padezco. A veces sencillamente me quedo sin nada a que achacárselo y no tengo otro remedio más que constatar que, en efecto, tiene pinta de que yo soy tanta solución como problema, y más problema que solución.
Que estoy encerrada en esta cabecita, que no sé de qué pie cojeo, que evito a la gente y al tiempo no podría vivir sin escuchar el murmullo de la ciudad, que hay una garimba esperando en la nevera y al tiempo me reprocho que me va a costar la media hora que he estado corriendo, que tan pronto me importa como me da igual, que lo mismo cuerda que loca que ni si ni no ni todo lo contrario.
11 junio 2012
Hoy hablamos de fútbol: Irlanda-Croacia, desastre máximo.
Al minuto tres, el primer gol; vamos, como en la final de la copa del Rey. Manos a la cabeza y segunda pinta y una sudada de campeonato, y nunca mejor dicho. Empate bastante después. Y, luego, otro gol sin piedad de Croacia. Y descanso.
No he visto buen fútbol. Irlanda estaba lenta, francamente floja y muy poco a la altura de otros equipos a los que les va a tocar enfrentarse, léase España el miércoles. Me he vuelto a casa con la cena del take-away de debajo de casa, unas hamburguesas bien gordas para la familia mientras llamaba a aita rogándole que me metiera un par de Guinness más a la nevera. Hemos cenado mientras veíamos el segundo tiempo, corroborando todos que en efecto ha sido un fútbol un poco barato, y personalmente cagándome en el comentarista porque ha decidido dar por hecho que Croacia y España se van a enfrentar, es decir asumiendo que Croacia machacará a Italia el miércoles (cosa que veo más bien poco probable) y que después España se comerá a Irlanda (lo cual para mi pesar tiene pinta de que sí va a suceder). Oh, y entre discusión y discusión, el tercer gol de Croacia. A robar carteras.
La cosa es que a lo tonto me he bebido setecientas pintas de Guinness, que tengo la pintura de la cara emborronadísima y que la bandera de mi paisito NO SE MUEVE DE ESTA PARED hasta que a mí me dé la gana que así sea. Y mira que el miércoles soy la única de la casa que apoya a Irlanda, pero con el orgullo que me dan solo por haber entrado a competir en soccer, que no es ni mucho menos la especialidad deportiva del país, se merecen que esa bandera se quede aquí conmigo por los siglos de los siglos.
We'll answer Ireland's call. Venga, chicos, que no está todo perdido. Sois los mejores del mundo pese a que en el campo de fútbol no sea así. Y os apoyamos desde lugares de la tierra muy remotos porque sois especiales. Y no hay más que hablar.
03 junio 2012
Esta soy yo
Ahora que ya ha terminado el curso y que mi única responsabilidad es seguir cumpliendo en el trabajo, cuento con mucho tiempo para darle vueltas al coco. Este hecho se hace muy evidente en cualquiera de las diez veces diarias de media que me estoy parando a pensar en el ritmo desenfrenado que lleva el mundo.
Hace un par de días trabajé rodeada de publicistas. Gente (salvo excepciones, claro está) arrogante, imaginariamente posesores de un altar en plena atalaya social, despectivos y esencialmente desagradables. Supongo que es la actitud natural en un sector que un amigo mío tildó de (literalmente) extraterrestre, tras muchos años dedicado a una profesión cercana. En fin, tal vez sea normal volverse un poco hijo de puta cuando tienes que pelearte con uñas y dientes para sacar adelante un proyecto que, por supuesto, si sale adelante, te hará embolsarte cantidades ingentes de dinero cada día, y te hará creer que eres dueño de un pedazo de cielo (o, en este caso, atalaya social a la que solo los más selectos, es decir, los que estén a tu nivel o por encima de ti, tienen acceso).
Lo considero un punto de vista erróneo. Veía día tras día pasar a la misma mujer, que se cambiaba de ropa de dos a tres veces al día, con sus evidentemente operadísimos labios, y ella me miraba por encima del hombro, con un gesto casi de oler a mierda cada vez que pasaba cerca de mi stand. Solo me dijo "buenos días" el tercer día de congreso, y fue para preguntarme acto seguido si podía enterarme de qué otro congreso estaban montando en la otra parte del pabellón.
Ante esta situación, yo me sonreía. Pobre niña rica, me solía decir Pepito Grillo. ¡Se va a perder tantísimo mundo solo por no considerarlo suficientemente a su altura...!
Aprecio el estilo de vida que llevo ahora. Bueno, tal vez no hasta ahora, esto de compaginar el último curso y un trabajo no ha sido sencillo y me he ahogado un poco en el tiempo. Pero sí, en el fondo supongo que también lo aceptaría como agradable. Sí. Me gusta el estilo de vida que llevo. Trabajo cuando me toca, con horarios y calendarios al revés del mundo como este sector requiere, por un sueldo más bien humilde pero que me permite llevar una vida muy digna al lado de los míos. Y es que a mí la dignidad no me la da mi dinero, sino mi gente. Mis padres, mi hermano, mis cuatro Amigos contados, Pipo. Yo, sin ellos, podría nadar en billetes, pero también en soledad. Y si algo me van enseñando estos años que cada vez me pesan más en el intelecto, es que la soledad es agradable en dosis muy reducidas y controladas, porque una vez superas esa dosis tan mínima, te consume. Igualito que la avaricia del dinero.
Tal vez un día cite aquí a unos maravillosos filósofos estadounidenses que han publicado un ensayo precioso sobre las enseñanzas morales de Harry Potter. Tal vez un día me anime a compartir con vosotros la idea que nos transmite Dumbledore sobre la piedra filosofal, que va más o menos en la línea de lo que acabo de escribir. Tal vez. Pero no será hoy. Porque hoy es mi noche para soñar que, aunque no me haya dado ni cuenta, he alcanzado un estado de mucha, mucha plenitud personal. Y eso... eso no lo compra ni todo el oro del mundo.
Hace un par de días trabajé rodeada de publicistas. Gente (salvo excepciones, claro está) arrogante, imaginariamente posesores de un altar en plena atalaya social, despectivos y esencialmente desagradables. Supongo que es la actitud natural en un sector que un amigo mío tildó de (literalmente) extraterrestre, tras muchos años dedicado a una profesión cercana. En fin, tal vez sea normal volverse un poco hijo de puta cuando tienes que pelearte con uñas y dientes para sacar adelante un proyecto que, por supuesto, si sale adelante, te hará embolsarte cantidades ingentes de dinero cada día, y te hará creer que eres dueño de un pedazo de cielo (o, en este caso, atalaya social a la que solo los más selectos, es decir, los que estén a tu nivel o por encima de ti, tienen acceso).
Lo considero un punto de vista erróneo. Veía día tras día pasar a la misma mujer, que se cambiaba de ropa de dos a tres veces al día, con sus evidentemente operadísimos labios, y ella me miraba por encima del hombro, con un gesto casi de oler a mierda cada vez que pasaba cerca de mi stand. Solo me dijo "buenos días" el tercer día de congreso, y fue para preguntarme acto seguido si podía enterarme de qué otro congreso estaban montando en la otra parte del pabellón.
Ante esta situación, yo me sonreía. Pobre niña rica, me solía decir Pepito Grillo. ¡Se va a perder tantísimo mundo solo por no considerarlo suficientemente a su altura...!
Aprecio el estilo de vida que llevo ahora. Bueno, tal vez no hasta ahora, esto de compaginar el último curso y un trabajo no ha sido sencillo y me he ahogado un poco en el tiempo. Pero sí, en el fondo supongo que también lo aceptaría como agradable. Sí. Me gusta el estilo de vida que llevo. Trabajo cuando me toca, con horarios y calendarios al revés del mundo como este sector requiere, por un sueldo más bien humilde pero que me permite llevar una vida muy digna al lado de los míos. Y es que a mí la dignidad no me la da mi dinero, sino mi gente. Mis padres, mi hermano, mis cuatro Amigos contados, Pipo. Yo, sin ellos, podría nadar en billetes, pero también en soledad. Y si algo me van enseñando estos años que cada vez me pesan más en el intelecto, es que la soledad es agradable en dosis muy reducidas y controladas, porque una vez superas esa dosis tan mínima, te consume. Igualito que la avaricia del dinero.
Tal vez un día cite aquí a unos maravillosos filósofos estadounidenses que han publicado un ensayo precioso sobre las enseñanzas morales de Harry Potter. Tal vez un día me anime a compartir con vosotros la idea que nos transmite Dumbledore sobre la piedra filosofal, que va más o menos en la línea de lo que acabo de escribir. Tal vez. Pero no será hoy. Porque hoy es mi noche para soñar que, aunque no me haya dado ni cuenta, he alcanzado un estado de mucha, mucha plenitud personal. Y eso... eso no lo compra ni todo el oro del mundo.
28 mayo 2012
Fotolog
Hace solo unos días, en plena confusión etílica sazonada por una gran desilusión deportiva, alguien me dijo que lo echaba de menos. El Fotolog. Y todo lo que este suponía: las reflexiones, las tonterías, la posibilidad de seguir un hilo narrativo de cada hazaña, pequeña o grande, de esta vida insignificante que hago llamar "mi vida" y que no es más que una vida de la cual yo soy.
Lo cierto es que yo también lo echo de menos. Fotolog era el recipiente virtual para los pensamientos que se condensaban día tras día. Daba lo mismo hablar sobre Irlanda durante días, contar lo aburrida que era determinada clase, o partir de una nimiedad y elaborar una reflexión filosófica digna de un erudito. Fotolog me recibía, en él podía volcarme toda entera y dejar escapar mediante una pequeña válvula todo lo que se me venía en gana.
De alguna manera me atraía también su formato. Una foto, un título y un texto, de las cuales solo eran evitable el título y el texto. De forma que la foto se volvía el centro de lo que tenías que contar, y por ende aquello que a veces te hacía desarrollar los pensamientos en una u otra dirección. De alguna forma, Fotolog solo obligaba a un elemento inspiracional, y a partir de ahí, lo que consiguieses desarrollar era cosa tuya. Supongo que ese era el reto de Fotolog, aquello que nos mantenía enganchados a los poquitos que ya formábamos una especie de familia Floggera.
Un día, cambiaron su formato. Es comprensible. Un altísimo porcentaje de sus usuarios son latinoamericanos, y (sin objetivo de pecar de nada), seamos honestos, son un público que necesita una plataforma que les dé importancia a sus fotos, no a lo que escriben o piensan, sencillamente porque son una sociedad con un nivel formacional, educativo, lo que sea, mínimo. De manera que una foto les pesa más que un texto. Y es por ello que Fotolog escuchó la tendencia de su nicho de mercado mayor, y transformó mi válvula de escape en una plataforma que ahora no admite más de 300 caracteres por foto. Eso sí, con un formato muy innovador, muy bonito y muy moderno. Pero insuficiente lo mire por donde lo mire.
Yo también lo echo de menos. No puedo prometer que retomaré la costumbre que tenía de escribir en él y seguir haciéndolo en este blog, pero sí prometo que lo intentaré, y que volverá el contenido desplastificado, desenvuelto y natural que reinaba en aquella pequeña familia Floggera.
Lo cierto es que yo también lo echo de menos. Fotolog era el recipiente virtual para los pensamientos que se condensaban día tras día. Daba lo mismo hablar sobre Irlanda durante días, contar lo aburrida que era determinada clase, o partir de una nimiedad y elaborar una reflexión filosófica digna de un erudito. Fotolog me recibía, en él podía volcarme toda entera y dejar escapar mediante una pequeña válvula todo lo que se me venía en gana.
De alguna manera me atraía también su formato. Una foto, un título y un texto, de las cuales solo eran evitable el título y el texto. De forma que la foto se volvía el centro de lo que tenías que contar, y por ende aquello que a veces te hacía desarrollar los pensamientos en una u otra dirección. De alguna forma, Fotolog solo obligaba a un elemento inspiracional, y a partir de ahí, lo que consiguieses desarrollar era cosa tuya. Supongo que ese era el reto de Fotolog, aquello que nos mantenía enganchados a los poquitos que ya formábamos una especie de familia Floggera.
Un día, cambiaron su formato. Es comprensible. Un altísimo porcentaje de sus usuarios son latinoamericanos, y (sin objetivo de pecar de nada), seamos honestos, son un público que necesita una plataforma que les dé importancia a sus fotos, no a lo que escriben o piensan, sencillamente porque son una sociedad con un nivel formacional, educativo, lo que sea, mínimo. De manera que una foto les pesa más que un texto. Y es por ello que Fotolog escuchó la tendencia de su nicho de mercado mayor, y transformó mi válvula de escape en una plataforma que ahora no admite más de 300 caracteres por foto. Eso sí, con un formato muy innovador, muy bonito y muy moderno. Pero insuficiente lo mire por donde lo mire.
Yo también lo echo de menos. No puedo prometer que retomaré la costumbre que tenía de escribir en él y seguir haciéndolo en este blog, pero sí prometo que lo intentaré, y que volverá el contenido desplastificado, desenvuelto y natural que reinaba en aquella pequeña familia Floggera.
13 mayo 2012
"La insoportable levedad del ser", Milan Kundera
Me gusta, de entrada, cómo empieza esta obra: comentando el "eterno retorno" según Nietzsche, es decir, la teoría de que la historia es cíclica, es decir, de que la vida es una constante repetición de escenas que ya conocemos. De ahí parte el autor para expresar que, si esto fuese cierto, esa carga tan pesada que nos supone la vida, el ser, se volvería leve, porque sabríamos que el porvenir no sería sino la repetición de lo que ya conocemos, lo cual ¡le quita todo riesgo y todo miedo a la insoportabilidad de la existencia!, volviéndose la misma, de esta manera, leve, discutiblemente más positiva que cuando la considerábamos insoportable.
Ahora que ya he explicado el porqué de un título tan confuso y que suena tanto a términos filosófico-antropológicos incomprensibles, paso a lo verdaderamente interesante de la historia: los personajes. Una inmigrante, un cirujano, el escenario de la República Checa durante la guerra fría, el sexo, la traición, la existencia. Es una historia sobre distintas vidas que se entrecruzan, sobre sentimientos que tú y yo tenemos también, sobre reflexiones que tú puedes pincelar tal vez pero a las que Kundera les pondrá nombres y apellidos. Una obra maestra en la que todos nos podemos ver reflejados, aunque sea solo parcialmente.
Y es que a fin de cuentas el ser sí que es un poco leve; lo que les pasa a ellos me puede pasar a mí o le puede pasar a tu vecino. Eterno retorno. Tal vez Nietzsche tenía razón, o tal vez no. Pero si te apetece pensar mientras te dejas llevar por una historia arrebatadora, este libro te interesa.
http://www.epubgratis.net/la-insoportable-levedad-del-ser-milan-kundera/
Ahora que ya he explicado el porqué de un título tan confuso y que suena tanto a términos filosófico-antropológicos incomprensibles, paso a lo verdaderamente interesante de la historia: los personajes. Una inmigrante, un cirujano, el escenario de la República Checa durante la guerra fría, el sexo, la traición, la existencia. Es una historia sobre distintas vidas que se entrecruzan, sobre sentimientos que tú y yo tenemos también, sobre reflexiones que tú puedes pincelar tal vez pero a las que Kundera les pondrá nombres y apellidos. Una obra maestra en la que todos nos podemos ver reflejados, aunque sea solo parcialmente.
Y es que a fin de cuentas el ser sí que es un poco leve; lo que les pasa a ellos me puede pasar a mí o le puede pasar a tu vecino. Eterno retorno. Tal vez Nietzsche tenía razón, o tal vez no. Pero si te apetece pensar mientras te dejas llevar por una historia arrebatadora, este libro te interesa.
http://www.epubgratis.net/la-insoportable-levedad-del-ser-milan-kundera/
07 mayo 2012
Athletic!
No es que me declare forofa máxima del balompié, ni que cada temporada me dedique a estudiar cada detalle de cada partido, pero es que hace poco, comentando con mi padre lo absurda que me parece la fiebre futbolera extrema, él me miró a los ojos y me contestó con una verdad incuestionable: que, a fin de cuentas, todos tenemos derecho a guardar un poquito de nuestro tiempo y dinero para el pan y circo que elijamos. Que unos lo llamaran fútbol, pero otros lo llamaremos Harry Potter, y otros playa, y otros cine. Y que todo viene siendo lo mismo: dedicar esa parte libre de nuestro tiempo y nuestro sueldo a lo que más nos mueva y apasione.
Una verdad incuestionable, como decía, y es que ese señor que tengo por padre es un hombre sabio, cuanto menos. Así que, y en lugar de quedarme, como hasta ahora hacía, atónita con el dineral que veo a la gente gastándose en plena crisis en camisetas oficiales, bufandas, banderas y demás merchandising, me sorprendo admitiendo que es ahora cuando más necesitamos una alegría, proceda del circo que proceda y nos la dé quien nos la dé.
No es que sea, repito, una forofa máxima, ni que sepa mucho del tema, pero es que hace poco que he entendido el aspecto psicológico del fútbol y por ello he cambiado ese asombro tintado de desprecio por una sanísima alegría empática. Así que espero honestamente que el Athletic se lleve a casa, si no las dos, una copa por lo menos, y que le den a su afición la felicidad que se merece, porque incluso sin saber demasiado sobre el tema puedo afirmar que este público es el más candente que un equipo podría desear.
Aupa lehoiak! Aurten bai, karajo!!!
Una verdad incuestionable, como decía, y es que ese señor que tengo por padre es un hombre sabio, cuanto menos. Así que, y en lugar de quedarme, como hasta ahora hacía, atónita con el dineral que veo a la gente gastándose en plena crisis en camisetas oficiales, bufandas, banderas y demás merchandising, me sorprendo admitiendo que es ahora cuando más necesitamos una alegría, proceda del circo que proceda y nos la dé quien nos la dé.
No es que sea, repito, una forofa máxima, ni que sepa mucho del tema, pero es que hace poco que he entendido el aspecto psicológico del fútbol y por ello he cambiado ese asombro tintado de desprecio por una sanísima alegría empática. Así que espero honestamente que el Athletic se lleve a casa, si no las dos, una copa por lo menos, y que le den a su afición la felicidad que se merece, porque incluso sin saber demasiado sobre el tema puedo afirmar que este público es el más candente que un equipo podría desear.
Aupa lehoiak! Aurten bai, karajo!!!
30 abril 2012
Yes FM
Hoy quiero compartir una pequeña maravilla con todos aquellos melómanos que, a veces, se encuentran con que no saben qué escuchar.
Hace tiempo descubrí una herramienta muy útil que os invito a conocer; es una radio llamada Yes FM consistente en una gran base de datos de listas de reproducción, según géneros, artistas o incluso tendencias. Horas y horas de música sin interrupción, como una radio hecha a medida y, encima, on line. Muy recomendable, es una radio que se actualiza con bastante frecuencia; os animo a que le echéis un vistazo.
Click aquí para acceder a Yes FM
Hace tiempo descubrí una herramienta muy útil que os invito a conocer; es una radio llamada Yes FM consistente en una gran base de datos de listas de reproducción, según géneros, artistas o incluso tendencias. Horas y horas de música sin interrupción, como una radio hecha a medida y, encima, on line. Muy recomendable, es una radio que se actualiza con bastante frecuencia; os animo a que le echéis un vistazo.
Click aquí para acceder a Yes FM
"Low lie the fields of Athenry"
Un día más de lluvia en Dublín no tenía por qué tener nada de especial. Todos los días transcurren igual allí, perdidos entre un incesante chubasco de melancolía y el regusto amargo que deja el pensar que todo tiempo pasado fue mejor.
Y, sin embargo, aquella noche fue distinta a todo lo antes concebido. Quiso la suerte que solo hubiese un metro libre de barra, quiso la suerte que yo lo viese antes que nadie, quiso la suerte que mis ojos se encontrasen con un par de ojos negruzcos. Quiso la suerte que un borracho irlandés pensase que estaba con nosotros, quiso la suerte que me sonriese y me dijese que él era catalán.
Quiso la suerte que esa noche tocasen la canción más hermosa que ese país ha escrito, y que paradójicamente se refiere al inmenso dolor del ser amado a quien no se puede tocar. Quiso la suerte que él la corease conmigo, y quiso la suerte que la noche terminase en un abrazo, otra vez paradójicamente, interminable.
Un día más de lluvia en Dublín no tenía por qué tener nada de especial. Todos los días transcurren igual allí. Y es por eso precisamente que estoy enamorada de esa ciudad. Porque conserva su ritmo, conserva su carácter lacónico y lloroso, conserva la amargura ahogada en una Guinness que recuerda a tiempos mejores. Y sin embargo, sales una noche, una noche cualquiera que no tenía por qué tener nada de especial, y hay un festival de folk en el que un grupo te canta la canción más hermosa del mundo prácticamente al oído. Y, entonces, todo cambia, porque our love was on the wind, we had dreams and songs to sing y de repente it's so lonely round the fields of Athenry.
Y, sin embargo, aquella noche fue distinta a todo lo antes concebido. Quiso la suerte que solo hubiese un metro libre de barra, quiso la suerte que yo lo viese antes que nadie, quiso la suerte que mis ojos se encontrasen con un par de ojos negruzcos. Quiso la suerte que un borracho irlandés pensase que estaba con nosotros, quiso la suerte que me sonriese y me dijese que él era catalán.
Quiso la suerte que esa noche tocasen la canción más hermosa que ese país ha escrito, y que paradójicamente se refiere al inmenso dolor del ser amado a quien no se puede tocar. Quiso la suerte que él la corease conmigo, y quiso la suerte que la noche terminase en un abrazo, otra vez paradójicamente, interminable.
Un día más de lluvia en Dublín no tenía por qué tener nada de especial. Todos los días transcurren igual allí. Y es por eso precisamente que estoy enamorada de esa ciudad. Porque conserva su ritmo, conserva su carácter lacónico y lloroso, conserva la amargura ahogada en una Guinness que recuerda a tiempos mejores. Y sin embargo, sales una noche, una noche cualquiera que no tenía por qué tener nada de especial, y hay un festival de folk en el que un grupo te canta la canción más hermosa del mundo prácticamente al oído. Y, entonces, todo cambia, porque our love was on the wind, we had dreams and songs to sing y de repente it's so lonely round the fields of Athenry.
22 abril 2012
"Martín (Hache)", de Adolfo Aristarain (1997)
Creo que descubrí esta película en el colegio, en alguna asignatura barata como podía ser la ética o la religión. Nunca me he considerado muy adepta del cine español, menos aún del cine argentino, y en aquellos años tiernos (¿10?, ¿12 añitos?) poco sabía yo de fotografía, del cuidado de los guiones, de iluminación. Y sin embargo esta película se me grabó en la retina. Era... en fin, distinta. Desenfrenada. De locura. Tal vez no la entendí, tal vez no me gustó.
Años después la volví a ver. Y entonces le encontré sentido pleno. No coincidí (ni mucho menos) con todo lo en ella expuesto, pero me quedé con algunos pasajes que, poco a poco, van cobrando más y más fuerza ideológica en mi persona.
Un claro ejemplo es el siguiente monólogo, breve pero intenso, del personaje llamado Dante, que me enseñó que el placer por el placer no tiene sentido, sino que hay que buscar esa magia más allá a la que, hoy sí, pongo el nombre que le corresponde: inteligencia.
"Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia. Me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que las mueve y que merece la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar la mente (...). Yo hago el amor con las mentes, ¡hay que follarse a las mentes!"
17 abril 2012
La Irlanda ¿celta?
Hoy en día, la sobreexplotación de la raíz cultural celta da mucho de comer a las tiendas de souvenirs de toda Irlanda, con el Carrolls a la cabeza de otras tantas tiendecitas que no pertenecen a la cadena. Cuán sería la sorpresa de muchos si les dijese que no hay evidencia histórica que señale que la Irlanda temprana estuviese habitada por dicha etnia...
La cosa es que, dado que las pruebas extraídas de yacimientos arqueológicos y demás, no dan contundencia absoluta de que los celtas invadiesen aquella Irlanda prehistórica, y dado que hasta el siglo XVIII no hubo grupo étnico que se hiciese llamar celta o céltico en Irlanda, se ha llegado a la conclusión de que los legados celtas que evidentemente se encuentran en la cultura irlandesa (bien en forma de joyas y ornamentos, bien en forma de legado cultural e incluso lingüístico) pudieron ser fruto de una interinfluencia o intercambio cultural, más que de una invasión o migración masiva celta.
Viene siendo lo mismo a fines prácticos porque lo denso de este asunto está en el peso que la cultura celta tiene en la Irlanda actual, pero ¿a que cuesta imaginar una Irlanda no habitada por celtas? Y, si una verdad tan inicialmente innegable como esta es cuestionable, ¿en qué se basan, a fin de cuentas, los nacionalismos modernos? (Esta última cuestión la discutiremos otro día en el que los párpados se me mantengan separados durante intervalos más longevos que dos segundos...)
(Fuente consultada: English, R. (2006). Irish freedom. The history of nationalism in Ireland. Londres: Pan Books.)
La cosa es que, dado que las pruebas extraídas de yacimientos arqueológicos y demás, no dan contundencia absoluta de que los celtas invadiesen aquella Irlanda prehistórica, y dado que hasta el siglo XVIII no hubo grupo étnico que se hiciese llamar celta o céltico en Irlanda, se ha llegado a la conclusión de que los legados celtas que evidentemente se encuentran en la cultura irlandesa (bien en forma de joyas y ornamentos, bien en forma de legado cultural e incluso lingüístico) pudieron ser fruto de una interinfluencia o intercambio cultural, más que de una invasión o migración masiva celta.
Viene siendo lo mismo a fines prácticos porque lo denso de este asunto está en el peso que la cultura celta tiene en la Irlanda actual, pero ¿a que cuesta imaginar una Irlanda no habitada por celtas? Y, si una verdad tan inicialmente innegable como esta es cuestionable, ¿en qué se basan, a fin de cuentas, los nacionalismos modernos? (Esta última cuestión la discutiremos otro día en el que los párpados se me mantengan separados durante intervalos más longevos que dos segundos...)
(Fuente consultada: English, R. (2006). Irish freedom. The history of nationalism in Ireland. Londres: Pan Books.)
15 abril 2012
Sé dueño de tu propia independencia
Los frikis, los raros, los gafosos, los artistas, los bohemios, los extraños, los reclusos, los asociales, los minimalistas, los separatistas, los glaciales, los modernos, los novelistas, los lectores, los críticos, los que están en el punto de mira, los creadores, los creativos, los que dan arte por el arte, los enganchados a los videojuegos, los que no tienen nada que decir contra lo mainstream pero que van por un carril muy distinto a ello, los criticados, los que padecen acné y no lo tapan con cremas, los naturales, los anticuados, los retro, los curiosos, los amantes, los amados.
Vosotros heredaréis el mundo, vosotros estaréis escritos en los libros de historia, y toda la escoria que os rodea no será más que el polvo del que vinieron, ¿o acaso alguien conoce el nombre del inquisidor que envió a Galileo a la hoguera?, lo dudo, y sin embargo todos conocemos su trágico final... porque él era el raro, el friki, el recluso, el asocial, el que estuvo en el punto de mira, el creador, el crítico, el innovador. Él era como vosotros, él era lo que nadie se esperaba, él fue quien decidió ser pese a todo lo que se lo impidió. Y hoy en día le debemos tantísimo que ni los viajes serían hoy realidad si no hubiera sido por él.
Haz que las generaciones futuras se enorgullezcan de ti, de tu manera de hacer, de lo que un día aportaste o intentaste aportar, de lo que dijiste, de lo que temiste, de la paz que regalaste; haz que los niños que vienen te quieran tener como ejemplo, aunque eso les lleve a todas las dificultades que entraña ser el friki, el extraño, el indio, el raro...
12 abril 2012
Hyvää päivää...
A veces necesito engañarme a mí misma, cerrar los ojos y volver a imaginar Junailijankuja nevado. Volver a emular la forma y el volumen de las paredes de mi habitación, el pulpo Paul sujetando ropa aún húmeda, Tarja cantándome al fondo de mis pensamientos. Volver a sentir como normal ese acento lleno de haches aspiradas y úes imposibles, volver a imaginar la belleza de cada habitante en todo su esplendor.
A veces necesito engañarme a mí misma y volver a Finlandia durante solo unos instantes, lo que dura un pensamiento, lo que tarda en materializarse una sonrisa.
A veces necesito engañarme a mí misma y volver a Finlandia durante solo unos instantes, lo que dura un pensamiento, lo que tarda en materializarse una sonrisa.
08 abril 2012
Bono Kmtrico de Alsa
En uno de estos ratos en los que no es que tenga tiempo libre sino que me las apaño para hacerme creer a mí misma que así es, he pensado (¡cómo no!) en viajes. Más concretamente, en qué destino podría elegir para un viajecito veraniego. Y es así como repaso una de las opciones que más sensación tengo de tener pendiente: España.
Procuro siempre, antes de escoger un destino, tener un croquis mental de cómo sería ese viaje. En el caso de España, me movería íntegramente en autobús (ya que en tren me apetece un carajo por el tema de la anchura de vías, y porque me saldría un ojo de la cara). Y es así como llego al bono que le da título a esta entrada: el bono Kmtrico de Alsa.
Se trata de un título personal e intransferible que habilita a su usuario para la utilización ilimitada de servicios de autobuses Alsa dentro de España. En otras palabras: se compra un bono por una semana (99€), dos semanas (175€), tres semanas (240€), cuatro semanas (299€) o cupo de siete días de viaje en dos semanas (145€), y se puede viajar en autobús tantas veces como se quiera dentro de ese período de tiempo. Tiene sus cláusulas y su letra pequeña (sujeción a disponibilidad de plazas, no poder hacer trayectos cuya tarifa estándar supere los 60€, etc.), pero en general me parece una idea acertadísima para acercarnos un poquito a esas maravillas turísticas que tenemos tan cerca y que no conocemos. Me parece, asimismo, una iniciativa preciosa para el movimiento del viajero independiente, una ayuda para el mochileo y, dicho de otra forma, una alternativa al billete Interrail al que no podemos acceder por ser ciudadanos españoles.
Aunque siga sin decidir mi destino vacacional, la idea del Kmtrico me parecía más que digna de ser compartida. Aquí queda el enlace oficial de dicho bono: http://alsa.es/servicios/kmtriko/que-es-kmtriko/
Procuro siempre, antes de escoger un destino, tener un croquis mental de cómo sería ese viaje. En el caso de España, me movería íntegramente en autobús (ya que en tren me apetece un carajo por el tema de la anchura de vías, y porque me saldría un ojo de la cara). Y es así como llego al bono que le da título a esta entrada: el bono Kmtrico de Alsa.
Se trata de un título personal e intransferible que habilita a su usuario para la utilización ilimitada de servicios de autobuses Alsa dentro de España. En otras palabras: se compra un bono por una semana (99€), dos semanas (175€), tres semanas (240€), cuatro semanas (299€) o cupo de siete días de viaje en dos semanas (145€), y se puede viajar en autobús tantas veces como se quiera dentro de ese período de tiempo. Tiene sus cláusulas y su letra pequeña (sujeción a disponibilidad de plazas, no poder hacer trayectos cuya tarifa estándar supere los 60€, etc.), pero en general me parece una idea acertadísima para acercarnos un poquito a esas maravillas turísticas que tenemos tan cerca y que no conocemos. Me parece, asimismo, una iniciativa preciosa para el movimiento del viajero independiente, una ayuda para el mochileo y, dicho de otra forma, una alternativa al billete Interrail al que no podemos acceder por ser ciudadanos españoles.
Aunque siga sin decidir mi destino vacacional, la idea del Kmtrico me parecía más que digna de ser compartida. Aquí queda el enlace oficial de dicho bono: http://alsa.es/servicios/kmtriko/que-es-kmtriko/
04 abril 2012
"Conócete a ti mismo, es decir, palpa tus valores" (Xhelazz)
Es un miércoles cualquiera y las paredes de la casa le hacen eco al silencio de unos pensamientos que no tienen nadie que los escuche. Me voy hundiendo en mis recuerdos, navego por mis propias filosofías, lo cuestiono todo y, tras la segunda cerveza en solitario, he decidido que no puedo hacer nada mejor que irme a dormir y pensar que "qué coño os voy a contar, si esto nos ha pasado a todos".
Bandas sonoras para estos momentos de soledad autoacompañada... Xhelazz, tú ganas.
Bandas sonoras para estos momentos de soledad autoacompañada... Xhelazz, tú ganas.
"La maleta mexicana", Museo de Bellas Artes (Bilbao), tras la visita a la exposición
Hace unos días mencionaba "la maleta mexicana", la exposición ahora vigente en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Tal vez no mencionase que los miércoles, la entrada a dicho museo es gratuita, y que su horario es de 10:00 a 20:00. Tal vez tampoco mencionase que el domingo decidí en el último momento no ir a verla, y que pretendía remendar dicha decisión hoy mismo.
Emocionante es la primera palabra que se me ocurre para describir esa exposición.
Mi sección favorita, sin duda, ha sido la de las fotografías tomadas por Chim, uno de los tres reporteros protagonistas, que, más que retratar la guerra civil per se, retrató a sus víctimas reales: los civiles, la gente del pueblo, las personas de a pie. Este fotógrafo se deleitó en las caras de sorpresa de la gente, en el sufrimiento de quienes nunca vieron volver a los suyos de los campos de exilio de Francia, en las ikurriñas que se alzaban a escondidas en el duranguesado, en la alegría con la que se celebraba en Barcelona la conmemoración de la revolución rusa. Un punto de vista más bien cercano al bando republicano, en el que quedaron retratadas las personas verdaderamente mártires de una guerra ajena a lo que sentían como su patria.
Es también destacable el trabajo que puede haber llevado recopilar esta exposición. No solo se trata de unos negativos que se dieron por perdidos durante 70 años y que, por obra de un milagro, terminaron en Nuevo México. La enigmática historia de la maleta comienza cuando uno de los fotógrafos, Capa, le deja a su técnico de laboratorio todos estos negativos en el año 39, mientras el ejército alemán acechaba el París en el que se había asentado. Capa huyó a Nueva York, y su técnico y amigo consiguió que un chileno se llevase los negativos a su embajada para mantenerlos a salvo, cosa que evidentemente consiguió. Él, el técnico de Capa, no corrió la misma suerte y estuvo retenido en un campo de reclusión de Marruecos hasta el 41, año en el que escapó a México. Se le perdió la pista a tan anhelados negativos, y posteriormente se ha sabido que pasarían por manos del embajador mexicano del gobierno de Vichy, el cual, tal vez inconsciente de su existencia o valor, portaría dichos negativos en su equipaje de viaje a México en el 41-42. En todo caso, Capa murió desconocedor del paradero de los negativos por los que ya había hecho llamamiento público de búsqueda. Muchísimos misterios y dificultades rodeando a esta maleta que finalmente y por algún milagro se halló en el 97, así que comparto un enlace del propio Internacional Centre of Photography para consultar la historia completa: http://museum.icp.org/mexican_suitcase/castella/historia.html
Muy emotivo me ha parecido también el hecho de que las personas se reconociesen en algunas fotografías aún después de casi un siglo desde que estas se tomaran (http://blogs.deia.com/historiasdelosvascos/2012/02/28/la-maleta-mexicana-tres-de-los-retratados-hablan-para-deia/), además del hecho de que estas fotografías se censurasen en España y alimentasen solo la prensa internacional que simpatizaba con el movimiento antinacional (que, a partir de mediados del 38, era prácticamente nula). Un montón de fotos antiguas, un montón de telegramas y cartas, ¡e incluso las autorizaciones de prensa falsificadas que Capa utilizó para colarse en un campo de exilio francés!, en conjunto me ha parecido una verdadera maravilla de selección de material, así que volveré, después de esta toma de contacto, para ver la exposición con mucha más calma y mucho más tiempo, y poder emocionarme bien a gusto pensando si mi abuelo podría reconocerse, de seguir aún con vida, en alguna de las fotografías del asedio de Bilbao.
Emocionante es la primera palabra que se me ocurre para describir esa exposición.
Mi sección favorita, sin duda, ha sido la de las fotografías tomadas por Chim, uno de los tres reporteros protagonistas, que, más que retratar la guerra civil per se, retrató a sus víctimas reales: los civiles, la gente del pueblo, las personas de a pie. Este fotógrafo se deleitó en las caras de sorpresa de la gente, en el sufrimiento de quienes nunca vieron volver a los suyos de los campos de exilio de Francia, en las ikurriñas que se alzaban a escondidas en el duranguesado, en la alegría con la que se celebraba en Barcelona la conmemoración de la revolución rusa. Un punto de vista más bien cercano al bando republicano, en el que quedaron retratadas las personas verdaderamente mártires de una guerra ajena a lo que sentían como su patria.
Es también destacable el trabajo que puede haber llevado recopilar esta exposición. No solo se trata de unos negativos que se dieron por perdidos durante 70 años y que, por obra de un milagro, terminaron en Nuevo México. La enigmática historia de la maleta comienza cuando uno de los fotógrafos, Capa, le deja a su técnico de laboratorio todos estos negativos en el año 39, mientras el ejército alemán acechaba el París en el que se había asentado. Capa huyó a Nueva York, y su técnico y amigo consiguió que un chileno se llevase los negativos a su embajada para mantenerlos a salvo, cosa que evidentemente consiguió. Él, el técnico de Capa, no corrió la misma suerte y estuvo retenido en un campo de reclusión de Marruecos hasta el 41, año en el que escapó a México. Se le perdió la pista a tan anhelados negativos, y posteriormente se ha sabido que pasarían por manos del embajador mexicano del gobierno de Vichy, el cual, tal vez inconsciente de su existencia o valor, portaría dichos negativos en su equipaje de viaje a México en el 41-42. En todo caso, Capa murió desconocedor del paradero de los negativos por los que ya había hecho llamamiento público de búsqueda. Muchísimos misterios y dificultades rodeando a esta maleta que finalmente y por algún milagro se halló en el 97, así que comparto un enlace del propio Internacional Centre of Photography para consultar la historia completa: http://museum.icp.org/mexican_suitcase/castella/historia.html
Muy emotivo me ha parecido también el hecho de que las personas se reconociesen en algunas fotografías aún después de casi un siglo desde que estas se tomaran (http://blogs.deia.com/historiasdelosvascos/2012/02/28/la-maleta-mexicana-tres-de-los-retratados-hablan-para-deia/), además del hecho de que estas fotografías se censurasen en España y alimentasen solo la prensa internacional que simpatizaba con el movimiento antinacional (que, a partir de mediados del 38, era prácticamente nula). Un montón de fotos antiguas, un montón de telegramas y cartas, ¡e incluso las autorizaciones de prensa falsificadas que Capa utilizó para colarse en un campo de exilio francés!, en conjunto me ha parecido una verdadera maravilla de selección de material, así que volveré, después de esta toma de contacto, para ver la exposición con mucha más calma y mucho más tiempo, y poder emocionarme bien a gusto pensando si mi abuelo podría reconocerse, de seguir aún con vida, en alguna de las fotografías del asedio de Bilbao.
02 abril 2012
Piercings
Tras terminar de pedir, con entera satisfacción, un par de piercings nuevos (por aquello de que en la variedad está el gusto), me he puesto a indagar un poco en esta corriente estética consistente en la modificación corporal. Y he descubierto algunos datos muy curiosos.
¿Sabíais que en la India es tradición que las abuelas agujereen la nariz a sus nietas previamente al matrimonio, en símbolo de lealtad a sus futuros maridos? ¿Y que los antiguos romanos se perforaban los pezones con aros como símbolo de virilidad y para colgar de ellos las pequeñas capas con las que se vestían? ¿Y que en tribus africanas como las del poblado Suya las mujeres fabrican platos de barro cocido con los que empiezan a agrandarse el labio desde el momento en el que se prometen, por lo que a mayor la dilatación del labio mayor será la dote que la familia del novio le pagará a la de la novia?
Estas prácticas, a la vez que ancestrales y por ende respetables, me han parecido un rato machistas. El pezón de ellos, para demostrar su valentía, y para dotarlo de un sentido práctico; ellas, por el contrario, a marcarse la nariz o el labio para denotar que iban a ser pronta posesión de un hombre y que de antemano exhibían su lealtad y su voluntad de ser la mejor esposa.
De forma que no puedo sino alegrarme de que, en la sociedad actual, el piercing no signifique nada más que una preferencia estética (o, como muchos defenderían, la pertenencia a determinado grupo, pero mediante la vía estética, así que viene siendo lo mismo en este contexto), ya que de esta forma hemos dado un paso más hacia la igualdad de piercing en el hombre y en la mujer. Pese a que algunos siguen siendo más característicos en un sexo que en el otro (p. ej. el de la nariz es más femenino, mientras que el de la ceja es más esperable en un chico), no es extraño encontrarse con todo tipo de modificaciones corporales en los cuerpos actuales, sin importar a qué género responda dicho cuerpo. Y creo que este paso adelante es un gran motivo de orgullo.
Me despido con una foto de un curiosísimo piercing industrial customizado que me he encontrado en el sitio web de Secret Lake Tattoo (New Hampshire, USA; http://www.secretlaketattoo.com/).
¿Sabíais que en la India es tradición que las abuelas agujereen la nariz a sus nietas previamente al matrimonio, en símbolo de lealtad a sus futuros maridos? ¿Y que los antiguos romanos se perforaban los pezones con aros como símbolo de virilidad y para colgar de ellos las pequeñas capas con las que se vestían? ¿Y que en tribus africanas como las del poblado Suya las mujeres fabrican platos de barro cocido con los que empiezan a agrandarse el labio desde el momento en el que se prometen, por lo que a mayor la dilatación del labio mayor será la dote que la familia del novio le pagará a la de la novia?
Estas prácticas, a la vez que ancestrales y por ende respetables, me han parecido un rato machistas. El pezón de ellos, para demostrar su valentía, y para dotarlo de un sentido práctico; ellas, por el contrario, a marcarse la nariz o el labio para denotar que iban a ser pronta posesión de un hombre y que de antemano exhibían su lealtad y su voluntad de ser la mejor esposa.
De forma que no puedo sino alegrarme de que, en la sociedad actual, el piercing no signifique nada más que una preferencia estética (o, como muchos defenderían, la pertenencia a determinado grupo, pero mediante la vía estética, así que viene siendo lo mismo en este contexto), ya que de esta forma hemos dado un paso más hacia la igualdad de piercing en el hombre y en la mujer. Pese a que algunos siguen siendo más característicos en un sexo que en el otro (p. ej. el de la nariz es más femenino, mientras que el de la ceja es más esperable en un chico), no es extraño encontrarse con todo tipo de modificaciones corporales en los cuerpos actuales, sin importar a qué género responda dicho cuerpo. Y creo que este paso adelante es un gran motivo de orgullo.
Me despido con una foto de un curiosísimo piercing industrial customizado que me he encontrado en el sitio web de Secret Lake Tattoo (New Hampshire, USA; http://www.secretlaketattoo.com/).
30 marzo 2012
M29: Euskal Herria kalera?
Soy consciente de que me meto en un terreno embarradísimo hablando sobre este tema, pero es algo candente que ha tenido unos redobles mediáticos espectaculares en el día de hoy, por no hablar del nudo en la garganta que no ha bajado a mi estómago hasta ahora mismo. Así que me dispongo a comentar un par de cosas sobre este 29M que, según unos dicen, ha hecho historia y, según otros comentan, no ha sido para tanto.
La reforma laboral es algo que no nos agrada a nadie, salvo, supongo, las excepciones que confirmarán la regla. Pero ¿por qué exactamente? ¿Alguien sabe con precisión de qué va esta reforma que tantísima guerra está dando?
Todos conocemos de sobra la demagogia propagandística de esta reforma que está dando de comer a tantos sindicatos: "no se respetan los derechos del trabajador", "el despido sale barato y el empresario sale ganando", "no hay pan para tanto chorizo", "esta crisis no la pagamos", etc. Bueno, me he tomado la molestia de leer un poquito sobre el tema y ya me quedan las cosas un poco más claras. Según mis hallazgos, que hasta ahora estaban también un poco contaminados de sindicalismo, la reforma laboral introduce los siguientes cambios en el panorama del trabajo actual:
- El despido, en efecto, va a salirle más barato al empresario. Hasta ahora, despedir a un trabajador de manera improcedente (es decir, que sea por causas injustificadas o que las causas para dicho despido no se justifiquen con los medios formales establecidos) implicaba indemnizarle con 45 días de salario por año trabajado y un máximo de 42 mensualidades. La reforma laboral efectúa un cambio: el despido improcedente solo costará 33 días de salario por año trabajado en un máximo de 24 mensualidades. En caso del despido procedente, también llamado objetivo (pues supone que las causas para el despido son convincentes y se han probado), la cosa no varía con respecto a la ley laboral anterior: seguimos en la indemnización de 20 días por año trabajado y un máximo de 12 mensualidades. Por lo tanto, sí, al empresario le sale más barato despedir al trabajador por causas injustificadas.
- Las pérdidas de la empresa se considerarán causa de despido procedente. Como pérdida en este caso entendemos las pérdidas reales (es decir, resultado negativo, o resultado positivo en disminución durante tres trimestres económicos consecutivos) y las previstas. En otras palabras, si la empresa no funciona, el empresario tendrá pleno derecho a recortar en trabajo. O, en otras palabras un poco más crueles, el empresario culpará al trabajador de las pérdidas de la empresa y le "castigará" por ellas, si así lo quiere, con el despido. Eso sí, la ministra de trabajo asegura que habrá control judicial sobre estas causas... en manos de cada uno está creérselo.
- La reforma laboral anterior permitió que se pudiesen encadenar contratos temporales de manera indefinida. En este aspecto, la reforma laboral de Rajoy emite un cambio, en mi opinión, positivo: a partir del 1 de enero de 2013, los contratos temporales podrán encadenarse por un máximo de 24 meses, sin suponer un límite el número de contratos que se encadenen. Es decir, la contratación temporal se limita.
- En el caso de los despidos colectivos, por ejemplo los ERE, a partir de ahora no será necesario que lo autorice la Consejería de Empleo de la Comunidad Autónoma correspondiente, sino que será suficiente con que lo autorice un juez.
- En el sector público también hay novedades: se podrán realizar despidos por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, con el objetivo de que aquellas entidades financieramente insostenibles se puedan redimensionar.
- Para los despidos de directivos (bien sean de entidades financieras o del sector público), se han limitado las indemnizaciones. Por ejemplo, la indemnización será de 7 días por año trabajado en un máximo de 6 mensualidades para los directivos públicos, y si se da el caso de un directivo de una entidad financiera que ha recibido ayudas de los fondos públicos, se entenderá que este no tiene derecho a indemnización alguna.
1. Noticia de RTVE sobre el anuncio de la reforma laboral, 10 de febrero de 2012: http://www.rtve.es/noticias/20120210/reforma-laboral-2012-rajoy/497259.shtml
2. Cuadro comparativo, también de RTVE, entre España y otros siete estados del mundo (Alemania, Francia, Italia, Austria, Reino Unido, Suecia y EEUU) en cuestión económica tras la aprobación de la reforma laboral: http://www.rtve.es/noticias/reforma-laboral/2012/
Volviendo a lo que comentaba al inicio de este post, me quedo en la reforma laboral por la que hoy tantísima gente se ha echado a las calles.
La huelga, clarísimamente, es un derecho constitucional. Pero me ha dolido en el orgullo de euskaldun, en el orgullo de española incluso, y en el orgullo personal sobre todo, ver cómo la libertad de poder llevar a cabo una huelga ha limitado la libertad de poder ir a trabajar. Y es que no todo el mundo puede (¡¡¡o quiere!!!, ¡¡qué cojones!!) permitirse salir a la calle y perder por ello un día de su sueldo.
Mal me sienta meterme a Twitter, Facebook o lo que se tercie, y ver de buenas a primeras dos reivindicaciones de huelga. Una de ellas, en boca de un autónomo. Y la otra, de un ni-ni que ni ha completado el bachiller, ni lo va a hacer, ni trabaja, ni lo va a hacer. Mal me sienta, pero trago, y paso a analizar el tema.
Creo que la huelga de hoy, nacida de una causa honorable y totalmente defendible, se ha empapado de política y demagogia estúpida durante estos días. Me pregunto qué porcentaje de la gente que hoy poblaba las calles de pancartas, bongos, papeletas y pegatinas (por no hablar de esas cosas algo más desagradables como, por un lado, la brutalidad policial, o por el otro, la quema de contenedores) sabría de qué coño va esta reforma. Me pregunto, en contraposición, qué porcentaje de todas esas personas habrá salido a la calle sencillamente por unirse a la masa, o por disfrutar de un día "libre" en el trabajo, o por miedo a estar en boca de aquellos con un poder superior que les permite tachar a sus iguales como "esquiroles". Y es que defiendo el derecho a la huelga y me parece fabuloso que el pueblo proteste por una reforma así de radical, porque a fin de cuentas todos debiéramos hacer oír nuestra opinión, pero me enerva que se confunda el concepto de huelga con el concepto de reivindicación de cualquier cosa just for the sake of it. No sé a qué venían las ikurriñas y las pancartas de los Euskal presoak etxera, no sé a qué venía ese tipo aporreando la persianilla de un comercio gritando "hijos de puta, hoy no se trabaja", no sé a qué venía tanta ambulancia y sirena durante todo el día. Yo he respetado el derecho de toda esa gente de salir a la calle, y sin embargo he sentido violado mi derecho a estar sentada en mi silla de trabajo.
Y afortunadamente no me encuentro entre las que no podían permitirse perder un día de sueldo, sino entre las que no querían hacerlo. Y es que esta reforma ya es una ley. Lo cual implica que, o mucho cambia la tesitura actual (que no tiene pinta de que así vaya a ser), o hasta que venga otro gobierno esto va a seguir inmutable. Hasta entonces nos esperan por lo menos cuatro años, durante los cuales ya puede España entera salir durante días a la calle, que no se la va a escuchar. Con esa desazón de saber que no hay nada que hacer, mis ganas de hacer huelga se rebajaron levemente. Pero es que luego pensé que nosotros también estábamos hoy obligados a unos servicios mínimos; mi ausencia, por tanto, habría implicado que mis superiores habrían tenido que poner a alguno de mis compañeros a cubrir mi turno. Y no me ha parecido adecuado negarme a trabajar un día de este contrato de tan solo seis meses, porque no me ha parecido justo hacer que otra persona tenga que pagar el pato por mis deseos reivindicativos. ¿Esclavista?, tal vez haya quien lo quiera llamar así, pero yo prefiero hablar de desazón, entereza frente a las responsabilidades y empatía.
No me gusta que se abaraten los despidos y sobre todo me preocupan los agujeros legales que van a surgir en torno a esta ley. Pero, insisto, esto ya es una ley, y por mucho que se haya protestado, esto no va a cambiar. Así que, con toda la pena del mundo, me dejo de disertaciones absurdas (porque las razones, en días como hoy, no conducen a nada más que a enemistades) y me voy a redactar mi tesina, porque en esa sí que no hay huelga que valga y yo mañana tengo que hacer una entrega haya o no trabajado hoy. O, en otras palabras, mañana amanecerá y nada habrá cambiado.
La reforma laboral es algo que no nos agrada a nadie, salvo, supongo, las excepciones que confirmarán la regla. Pero ¿por qué exactamente? ¿Alguien sabe con precisión de qué va esta reforma que tantísima guerra está dando?
Todos conocemos de sobra la demagogia propagandística de esta reforma que está dando de comer a tantos sindicatos: "no se respetan los derechos del trabajador", "el despido sale barato y el empresario sale ganando", "no hay pan para tanto chorizo", "esta crisis no la pagamos", etc. Bueno, me he tomado la molestia de leer un poquito sobre el tema y ya me quedan las cosas un poco más claras. Según mis hallazgos, que hasta ahora estaban también un poco contaminados de sindicalismo, la reforma laboral introduce los siguientes cambios en el panorama del trabajo actual:
- El despido, en efecto, va a salirle más barato al empresario. Hasta ahora, despedir a un trabajador de manera improcedente (es decir, que sea por causas injustificadas o que las causas para dicho despido no se justifiquen con los medios formales establecidos) implicaba indemnizarle con 45 días de salario por año trabajado y un máximo de 42 mensualidades. La reforma laboral efectúa un cambio: el despido improcedente solo costará 33 días de salario por año trabajado en un máximo de 24 mensualidades. En caso del despido procedente, también llamado objetivo (pues supone que las causas para el despido son convincentes y se han probado), la cosa no varía con respecto a la ley laboral anterior: seguimos en la indemnización de 20 días por año trabajado y un máximo de 12 mensualidades. Por lo tanto, sí, al empresario le sale más barato despedir al trabajador por causas injustificadas.
- Las pérdidas de la empresa se considerarán causa de despido procedente. Como pérdida en este caso entendemos las pérdidas reales (es decir, resultado negativo, o resultado positivo en disminución durante tres trimestres económicos consecutivos) y las previstas. En otras palabras, si la empresa no funciona, el empresario tendrá pleno derecho a recortar en trabajo. O, en otras palabras un poco más crueles, el empresario culpará al trabajador de las pérdidas de la empresa y le "castigará" por ellas, si así lo quiere, con el despido. Eso sí, la ministra de trabajo asegura que habrá control judicial sobre estas causas... en manos de cada uno está creérselo.
- La reforma laboral anterior permitió que se pudiesen encadenar contratos temporales de manera indefinida. En este aspecto, la reforma laboral de Rajoy emite un cambio, en mi opinión, positivo: a partir del 1 de enero de 2013, los contratos temporales podrán encadenarse por un máximo de 24 meses, sin suponer un límite el número de contratos que se encadenen. Es decir, la contratación temporal se limita.
- En el caso de los despidos colectivos, por ejemplo los ERE, a partir de ahora no será necesario que lo autorice la Consejería de Empleo de la Comunidad Autónoma correspondiente, sino que será suficiente con que lo autorice un juez.
- En el sector público también hay novedades: se podrán realizar despidos por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, con el objetivo de que aquellas entidades financieramente insostenibles se puedan redimensionar.
- Para los despidos de directivos (bien sean de entidades financieras o del sector público), se han limitado las indemnizaciones. Por ejemplo, la indemnización será de 7 días por año trabajado en un máximo de 6 mensualidades para los directivos públicos, y si se da el caso de un directivo de una entidad financiera que ha recibido ayudas de los fondos públicos, se entenderá que este no tiene derecho a indemnización alguna.
1. Noticia de RTVE sobre el anuncio de la reforma laboral, 10 de febrero de 2012: http://www.rtve.es/noticias/20120210/reforma-laboral-2012-rajoy/497259.shtml
2. Cuadro comparativo, también de RTVE, entre España y otros siete estados del mundo (Alemania, Francia, Italia, Austria, Reino Unido, Suecia y EEUU) en cuestión económica tras la aprobación de la reforma laboral: http://www.rtve.es/noticias/reforma-laboral/2012/
Volviendo a lo que comentaba al inicio de este post, me quedo en la reforma laboral por la que hoy tantísima gente se ha echado a las calles.
La huelga, clarísimamente, es un derecho constitucional. Pero me ha dolido en el orgullo de euskaldun, en el orgullo de española incluso, y en el orgullo personal sobre todo, ver cómo la libertad de poder llevar a cabo una huelga ha limitado la libertad de poder ir a trabajar. Y es que no todo el mundo puede (¡¡¡o quiere!!!, ¡¡qué cojones!!) permitirse salir a la calle y perder por ello un día de su sueldo.
Mal me sienta meterme a Twitter, Facebook o lo que se tercie, y ver de buenas a primeras dos reivindicaciones de huelga. Una de ellas, en boca de un autónomo. Y la otra, de un ni-ni que ni ha completado el bachiller, ni lo va a hacer, ni trabaja, ni lo va a hacer. Mal me sienta, pero trago, y paso a analizar el tema.
Creo que la huelga de hoy, nacida de una causa honorable y totalmente defendible, se ha empapado de política y demagogia estúpida durante estos días. Me pregunto qué porcentaje de la gente que hoy poblaba las calles de pancartas, bongos, papeletas y pegatinas (por no hablar de esas cosas algo más desagradables como, por un lado, la brutalidad policial, o por el otro, la quema de contenedores) sabría de qué coño va esta reforma. Me pregunto, en contraposición, qué porcentaje de todas esas personas habrá salido a la calle sencillamente por unirse a la masa, o por disfrutar de un día "libre" en el trabajo, o por miedo a estar en boca de aquellos con un poder superior que les permite tachar a sus iguales como "esquiroles". Y es que defiendo el derecho a la huelga y me parece fabuloso que el pueblo proteste por una reforma así de radical, porque a fin de cuentas todos debiéramos hacer oír nuestra opinión, pero me enerva que se confunda el concepto de huelga con el concepto de reivindicación de cualquier cosa just for the sake of it. No sé a qué venían las ikurriñas y las pancartas de los Euskal presoak etxera, no sé a qué venía ese tipo aporreando la persianilla de un comercio gritando "hijos de puta, hoy no se trabaja", no sé a qué venía tanta ambulancia y sirena durante todo el día. Yo he respetado el derecho de toda esa gente de salir a la calle, y sin embargo he sentido violado mi derecho a estar sentada en mi silla de trabajo.
Y afortunadamente no me encuentro entre las que no podían permitirse perder un día de sueldo, sino entre las que no querían hacerlo. Y es que esta reforma ya es una ley. Lo cual implica que, o mucho cambia la tesitura actual (que no tiene pinta de que así vaya a ser), o hasta que venga otro gobierno esto va a seguir inmutable. Hasta entonces nos esperan por lo menos cuatro años, durante los cuales ya puede España entera salir durante días a la calle, que no se la va a escuchar. Con esa desazón de saber que no hay nada que hacer, mis ganas de hacer huelga se rebajaron levemente. Pero es que luego pensé que nosotros también estábamos hoy obligados a unos servicios mínimos; mi ausencia, por tanto, habría implicado que mis superiores habrían tenido que poner a alguno de mis compañeros a cubrir mi turno. Y no me ha parecido adecuado negarme a trabajar un día de este contrato de tan solo seis meses, porque no me ha parecido justo hacer que otra persona tenga que pagar el pato por mis deseos reivindicativos. ¿Esclavista?, tal vez haya quien lo quiera llamar así, pero yo prefiero hablar de desazón, entereza frente a las responsabilidades y empatía.
No me gusta que se abaraten los despidos y sobre todo me preocupan los agujeros legales que van a surgir en torno a esta ley. Pero, insisto, esto ya es una ley, y por mucho que se haya protestado, esto no va a cambiar. Así que, con toda la pena del mundo, me dejo de disertaciones absurdas (porque las razones, en días como hoy, no conducen a nada más que a enemistades) y me voy a redactar mi tesina, porque en esa sí que no hay huelga que valga y yo mañana tengo que hacer una entrega haya o no trabajado hoy. O, en otras palabras, mañana amanecerá y nada habrá cambiado.
29 marzo 2012
"La maleta mexicana", Museo de Bellas Artes (Bilbao)
Hoy, entre visitas fabulosas llegadas de El Botxo Gallery y visitas no tan fabulosas de gente un poco ida de la olla, me he encontrado con un artículo muy interesante en la página web internacional de Bilbao.
Se trata de "la maleta mexicana", nomenclatura para la actual exposición que acoge el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Por lo que he leído, se trata de una exposición fotográfica de incalculable valor, ya que recoge el fotoreportaje bélico llevado a cabo por tres periodistas extranjeros (Capa, Chim y Taro), considerados los primeros reporteros de guerra de la época moderna, durante la Guerra Civil Española. El nombre de la exposición deriva de la historia de su descubrimiento: en 1995, en Nuevo México, se reencontraron tres cajas de negativos de fotografías tomadas en la Guerra Civil Española que ya se habían dado por perdidas mucho tiempo atrás y, tras el incansable trabajo del International Centre of Photography de Nueva York, se ha seleccionado esta muestra, que agrupa unas 70 fotografías en las que se muestra el recorrido de estos tres reporteros por España en los años del 1936 al 39, dentro de este contexto de guerra que se podrá entender mejor gracias al inédito material documental de la exposición, a saber telegramas, carnets de prensa, etc.
Me ha parecido una exposición, cuanto menos, interesante, así que habrá que pasar por el museo antes del 10 de junio.
http://www.bilbaointernational.com/la-maleta-mexicana-el-redescubrimiento-de-los-negativos-de-la-guerra-civil-espanola-de-capa-chim-y-taro/
Se trata de "la maleta mexicana", nomenclatura para la actual exposición que acoge el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Por lo que he leído, se trata de una exposición fotográfica de incalculable valor, ya que recoge el fotoreportaje bélico llevado a cabo por tres periodistas extranjeros (Capa, Chim y Taro), considerados los primeros reporteros de guerra de la época moderna, durante la Guerra Civil Española. El nombre de la exposición deriva de la historia de su descubrimiento: en 1995, en Nuevo México, se reencontraron tres cajas de negativos de fotografías tomadas en la Guerra Civil Española que ya se habían dado por perdidas mucho tiempo atrás y, tras el incansable trabajo del International Centre of Photography de Nueva York, se ha seleccionado esta muestra, que agrupa unas 70 fotografías en las que se muestra el recorrido de estos tres reporteros por España en los años del 1936 al 39, dentro de este contexto de guerra que se podrá entender mejor gracias al inédito material documental de la exposición, a saber telegramas, carnets de prensa, etc.
Me ha parecido una exposición, cuanto menos, interesante, así que habrá que pasar por el museo antes del 10 de junio.
http://www.bilbaointernational.com/la-maleta-mexicana-el-redescubrimiento-de-los-negativos-de-la-guerra-civil-espanola-de-capa-chim-y-taro/
28 marzo 2012
Don't let the magic die!
Inauguro este enésimo blog con motivo de mi supresión accidental del anterior. Sí: he pulsado la tecla que no era, para que nos entendamos. Una liada en toda regla. Y yo que empezaba a emocionarme con la de visitas que recibía...
Inauguramos, cómo no, hablando sobre magia. Es más: escuchando magia. BSO de Harry Potter and the goblet of fire, esta canción de The Weird Sisters me toca la fibra sensible cada vez que la escucho. Y, dado que hoy es día de sensiblería porque me he despertado con el regusto amargo que te deja un sueño dulce pero más que imposible... allá vamos. Because I do believe that magic works.
Inauguramos, cómo no, hablando sobre magia. Es más: escuchando magia. BSO de Harry Potter and the goblet of fire, esta canción de The Weird Sisters me toca la fibra sensible cada vez que la escucho. Y, dado que hoy es día de sensiblería porque me he despertado con el regusto amargo que te deja un sueño dulce pero más que imposible... allá vamos. Because I do believe that magic works.
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